Segunda Parte
Por Raúl Hermosillo Carmona
Si la reacción previa al impacto de Otis fue la más costosa debido a las muertes que se pudieron haber evitado, no fue tan patética y ridícula como la que vimos inmediatamente después al impacto del meteoro.
La respuesta del presidente en la mañanera del miércoles 25 ¾7 horas después del impacto de Otis¾ fue de antología. Una respuesta que, seguramente, será recordada como el mejor ejemplo de lo que no se debe hacer en una situación de crisis.
En esa mañanera del miércoles 25, ante los cuestionamientos sobre la situación en Acapulco, el presidente, como si estuviéramos en la época de los 70s, salió con un argumento a todas luces contrario al sentido común: que las comunicaciones estaban interrumpidas y que no se tenía información de la magnitud de los daños ocasionados por el huracán Otis (¡!¿?).
Cómo era posible que, durante su reunión de la 6 am con el ejército, la marina, el Centro Nacional de Inteligencia y Protección Civil, ¿no hubiera sido informado del tamaño de la tragedia? ¡Tres horas después de que el huracán se había disipado!
¡En Acapulco hay una base militar de la Marina Armada de México, por Dios! ¡¿Cómo era posible que los marinos no le hubieran informado a su comandante en jefe?!
En la era de las comunicaciones en tiempo real vía satelital y de la transmisión de imágenes y datos vía Starlink, ¿cómo creerle al presidente?
¡Patrañas!
La realidad es que, en su reunión de las 6 am, a López Obrador no solo le quedó claro el tremendo error cometido por su gobierno al no haber alertado a tiempo a los guerrerenses sino, sobre todo, la magnitud de las consecuencias políticas de esa omisión.
Por eso decidió mentirle a la gente, como acostumbra, y poner en operación una estrategia de “control de daños”.
Por increíble que parezca, al presidente se le ocurrió la grandiosa idea de viajar por tierra a la zona de desastre, a sabiendas de que estaba cerrado el paso por los deslaves. Su objetivo era jalar los reflectores de los medios y lograr que esas imágenes fueran las primeras que le llegaran al resto del país. De esta forma, aparecería él también como víctima del fenómeno natural.
¡Y lo logró! Solo que la postal que nos dejó para la posteridad fue la de un presidente atascado en el lodo, ayudado infructuosamente por los militares. Una imagen que, bien podría terminar siendo “la estampa” del fiasco que ha sido este gobierno.
En lugar de proyectar empatía, el presidente apareció como un mandatario totalmente abatido, ataviado con una chaqueta que le quedaba demasiado grande, igual que la tragedia, y con un gesto que revelaba hartazgo y molestia de saberse expuesto por el fracaso del montaje.
Tanto en redes sociales como en todos los medios de comunicación, las imágenes de un presidente paralizado frente al desastre y de unas fuerzas armadas atrapadas en los caprichos de su comandante en jefe, aparecieron junto la información que comenzó a circular de un Acapulco devastado por Otis.
Había sido tal la pifia que esa noche del miércoles 25, el presidente y sus propagandistas optaron por reagruparse y regresarse a Palacio, ahora sí en helicóptero, y guardar silencio.
No hubo mensaje a la nación, ni comunicado oficial de alguna autoridad de gobierno. No hubo mensaje de la gobernadora morenista ni mucho menos de la presidenta municipal de Acapulco, también de Morena.
Lógicamente, el vacío informativo fue ocupado por los medios de comunicación y por las redes sociales, mientras el presidente replanteaba su estrategia de control de daños… del “control de daños”.
Las críticas y condenas sobre la pésima actuación del gobierno, tanto en las horas previas al impacto del meteoro, como durante las posteriores a la tragedia, circularon a raudales. El cuadro del presidente atascado en el lodo en su intento fallido de llegar por tierra a Acapulco se convirtió en ícono de incompetencia.
Si de por sí este tipo de errores cuestan, en medio de una tragedia, salen políticamente más caros. Más aún en un país altamente polarizado en el que el mismo presidente, un día sí y el otro también, se la pasa atacando, denostando y descalificando a quienes no piensan como él.
Algo tenían que hacer, y pronto, para rescatar la imagen del presidente y su gobierno de la peor crisis política en lo que va de este gobierno, justo en la antesala del proceso electoral. Continuará… @DiarioReporter