La trama de una rectoría entregada.
Por: Carlos Clemente
Lilia Cedillo asumirá el 4 de octubre la rectoría de la BUAP. Sin embargo, se ha mantenido en secreto que fue el equipo del exrector Enrique Agüera el que la condujo al triunfo con Damián Hernández liderando la operación electoral de la Máxima Casa de Estudios.
Con Agüera en Miami, pero personal suyo involucrado directamente en las elecciones de la universidad, se abre la sospecha de que hubiese influido a la distancia el que fuera máxima autoridad universitaria de 2004 a 2013 y candidato de Mario Marín por el PRI a la alcaldía de Puebla en 2013.
Resulta sorprendente que el proceso electoral interno no fuese cuestionado por la opinión pública, cuando fueron denunciadas inconsistencias graves que van desde la legalización de un consejo universitario extemporáneo, que debió ser renovado en su conjunto antes de los comicios, hasta la no publicación ni entrega a los candidatos a rector del padrón de alumnos, maestros y de aquellos que tenían derecho al voto.
Los 72 mil sufragios que obtuvo la rectora electa, carecen de la transparencia de un padrón o listado nominal, que respalde que quienes votaron son gente de carne y hueso, tienen nombre y apellido y son parte de la universidad.
Si no existe la certeza de que todos los consejeros son universitarios, pues en marzo del 2020 debieron renovarse, y de entonces a la fecha ya hubo egresados, jubilados y rescindidos, tampoco existe la garantía de que todos los votantes forman parte de la comunidad universitaria o están inscritos en un padrón confiable, actualizado, con nombres y apellidos.
La operación de Damián Hernández a favor de Lilia Cedillo indica que gente externa a la BUAP intervino en una elección que debió haber sido exclusivamente universitaria, en razón de que Damián dejó la Máxima Casa de Estudios del Estado, para ser coordinador de campaña del PRI, cuando Enrique Agüera pidió licencia como rector en las elecciones constitucionales de 2013.
Otros incondicionales de Agüera que ejercieron presión dentro de la universidad contra directores, maestros y alumnos, son José Manuel “el Oso” Alonso, Sergio Díaz Carranza, Julio Galindo, Rodolfo Zepeda Memije y José Armando Vargas Correa.
En la actualidad “el Oso” es responsable de los complejos regionales que se ubican en la zona centro de la entidad instalados en San José Chiapa, San Salvador El Seco, Tecamachalco y Tepeaca, y aunque en apariencia funge como docente en la realidad ejerce presión y sofoca los intentos de los rebeldes que exigen democracia auténtica, libre y participativa en las renovaciones de unidades académicas y de rector.
Considerado un tipo violento, sin limitantes para intimidar o amenazar, “el Oso” cobró fama en el rectorado de Agüera por ser brazo derecho de Damián Hernández. Antes, había militado en el Frente Cardenista, y aunque quiso formar parte importante del equipo de Enrique Doger, cuando este fue rector, jamás se lo permitió ni lo dejó crecer Javier Casique. Con Agüera logró ese cometido.
Díaz Carranza es la persona de mayor confianza del Oso Alonso, razón por la cual está inscrito en la nómina del complejo regional del centro como maestro de tiempo completo.
El modelo de control electoral empleado por el grupo político dominante en la universidad es vertical, inicia con el rector, en este caso Alfonso Esparza, que a su vez delega poderes amplios a través de un operador, Damián Hernández para orientar las decisiones del consejo universitario mediante la operación de Julio Galindo, en su calidad de secretario técnico, y a partir de ahí, se sientan las bases de legalidad para diseñar la convocatoria e influir en las decisiones de los órganos electorales, que fue lo que ocurrió.
Con ese modelo vertical de control son sometidos los directores de las 43 unidades académicas, los coordinadores de licenciaturas y posgrados, la plantilla de profesores y los alumnos. Su diseño es antidemocrático y represivo. Reduce a cero la posibilidad de triunfo de los opositores del grupo al otorgar poderes excepcionales de operación a aquel que funge como gran orquestador, papel que desempeñó Damián Hernández, y para manipular los organismos electorales.
Gente designada por Lilia Cedillo para el proceso de transición son personas del círculo cercano de Agüera como es el caso de “el Oso” Alonso, Jaime Vázquez y Edwin Hernández, pero también hay de Esparza con su compadre Carlos Martín del Razo Lazcano, Betsabé Díaz Sánchez, Iris Cervantes y José Miguel López.
El evento protocolario de entrega de la administración saliente de Esparza a la administración entrante de Cedillo es simulación pura, pues en la realidad, los mismos que manipularon el proceso de elección de rector y que se supone deberían salir de ese rectorado son los mismos que lo reciben de nuevo.
Cedillo será rectora desde el 4 de octubre, pero el control del consejo universitario y de las principales plazas serán ocupadas nuevamente por agüeristas, como los ya mencionados, e incondicionales de Esparza como Armando Vargas que es su secretario particular, Norma Pimentel actual tesorera, Rosa Isela Ávalos secretaria general, Héctor Granados Contralor y Óscar Gilbón, coordinador general de Capacitación.
En la práctica, “el Oso” Alonso, José Armando Vargas, Díaz Carranza y Zepeda Memije, operaron con los directores de las unidades académicas, a excepción de Filosofía y Letras, con ellos, se instruyeron los compromisos de votos a aportar para el triunfo de Lilia Cedillo.
La reunión con Esparza. Reunieron a los directores en una sesión de trabajo en el Centro de Convenciones del Paseo de San Francisco. Y aunque el rector Alfonso Esparza no asistió de manera física, sí fue proyectado mediante una plataforma digital, algunos de los asistentes revelaron que fue donde giró la indicación de apoyar a Cedillo.
Parte del protocolo de ingreso a dicha sesión incluyó que los despojaran de celulares y equipos digitales para eliminar toda evidencia y, en dado caso, reducirla a rumor.
Las tareas del equipo operativo de Damián Hernández incluyeron reuniones en domicilios particulares con grupos, no mayores a 20 integrantes, de maestros y coordinadores de licenciaturas y posgrados, para que la promoción en los grupos de WhatsApps, de los profesores a los alumnos, fuera dirigido únicamente para Cedillo y les pidieran el voto para ella.
Enrique Agüera reside en Miami desde hace años, ha cambiado tres veces de domicilio, valiéndose de la firma de abogados de Marcelo M. Agudo y a través de prestanombres que encubren sus propiedades. Damián Hernández es propietario de una empresa de muebles de oficina y de constructoras con distintas razones sociales, sólo como ejemplo el nuevo edificio del SNTE 51 fue construido por una de las empresas de Damián Hernández.
Sin embargo, en la elección de la BUAP donde participaron Lilia Cedillo, Guadalupe Grajales y Ricardo Paredes Solorio, reapareció nuevamente Damián Hernández y su equipo agüerista, para encausar hacia la victoria a la doctora Cedillo.