Por Carlos Clemente
Los bloqueos carreteros que se han extendido por distintas regiones del país, protagonizados por agricultores, transportistas y piperos, han comenzado a golpear con fuerza al sector productivo nacional. En Puebla, el impacto ya es tangible: las armadoras Audi y Volkswagen suspendieron turnos por falta de suministros, afectando a miles de trabajadores que viven al día.
De acuerdo con la Cámara Nacional de la Industria de Transformación (Canacintra), las interrupciones en autopistas y vías férreas durante más de 72 horas han provocado pérdidas superiores a los 2 mil 300 millones de pesos, una cifra que podría seguir creciendo si no se restablece la movilidad.
A pesar de la gravedad del panorama, desde Palacio Nacional la presidenta Claudia Sheinbaum desestimó la situación. Negó que exista “desgobierno” y atribuyó las críticas a quienes —dijo— “están en contra nuestra y utilizan este tema con fines políticos”. El discurso, sin embargo, contrasta con la realidad que enfrentan las industrias, los productores y los trabajadores.
En Puebla, Audi anunció la suspensión de tres turnos de producción; Volkswagen detuvo cinco. La cadena logística está rota y las líneas de ensamble paradas. Lo mismo ocurre en otros estados donde los bloqueos impiden el tránsito de mercancías, insumos y productos básicos. La afectación se multiplica en silencio a lo largo del país, aunque el gobierno federal prefiera minimizarla.
A toda prisa, la federación anunció un supuesto acuerdo con productores agrícolas, pero los bloqueos persisten en Hidalgo, Querétaro, Guanajuato y Michoacán, evidenciando que la negociación no fue ni efectiva ni suficiente.
Como siempre, el costo real lo absorberán los trabajadores: suspensiones, descuentos, ajustes salariales. Son ellos quienes pagan las consecuencias de una crisis que el poder se niega a reconocer.
Si el Estado carece de capacidad para dialogar con los sectores sociales y responder a sus legítimas demandas, incumple su función esencial: garantizar la gobernabilidad. Y cuando se niega a ver la magnitud del problema, no sólo se erosiona la economía, sino también la confianza. @noticiasreportero





