Por Jesús Ramos
Entre el 7 y 12 de agosto, doce personas desaparecieron en Amozoc con la promesa de empleo de guardia de seguridad privada. La denuncia de su ausencia llegó tarde, hasta los primeros días de septiembre, aunque para entonces el daño ya estaba hecho, un grupo criminal les había enganchado, trasladado y sometido a adiestramiento clandestino.
El desenlace, al menos en apariencia parece alentador, once ya aparecieron, llegaron por su cuenta sin ser rescatados en operativo alguno. Todos tienen un mismo sello de control: están rapados, igual que los nazis hacían con los judíos en la Segunda Guerra Mundial.
El gesto, lejos de ser anecdótico revela que fueron puestos bajo disciplina para actividades ilícitas. La consigna de su liberación fue para todos guardar silencio. Ninguno se atreve a revelar quién les reclutó, dónde estuvieron o con qué fines les retuvieron. El miedo los calla.
La Fiscalía General del Estado de Puebla segura haber realizado dos cateos en Amozoc, aunque fuentes reservadas confirman que fueron al menos cuatro. Ninguno arrojó resultados. La liberación no fue producto de investigaciones eficientes, sino de presión mediática y de las corporaciones estatales y federales que obligaron al grupo criminal a soltar a sus reclutas.
Lo hicieron gota a gota, poco a poco para diluir la atención pública. No se ha dicho oficialmente, pero entre los liberados hay dos de la Guardia Nacional, así como personajes conocidos en los bajos mundos, El Colula, uno, y El Carita, dos, ambos señalados como presuntos reclutadores, pero incluidos en la lista de víctimas, aunque la línea que los separa de los victimarios es tan delgada como sospechosa.
Las autoridades, por lo pronto, han optado por tratarles como parte del grupo de desaparecidos, sin ahondar en responsabilidades. No es la primera vez que ocurre en Amozoc algo así. Hace tiempo, otro episodio similar terminó con víctimas liberadas en Guadalajara. La historia se repite con variantes. Somos de memoria corta. El patrón es muy parecido.
Esta zona del estado se ha convertido en terreno fértil para el reclutamiento forzado. A la Fiscalía le falta liberar la información que los celulares de todos ellos fueron encontrados en un punto de Amozoc, que los familiares le fueron avisando conforme los reclutados arribaban pelones a sus hogares, que posiblemente los sacaron de Puebla y les liberaron en otros estados para que regresaran por sus medios. @noticiasreportero