Por Jesús Ramos
Bien merecido tiene Alejandro Armenta la friega que le puso la ministra Norma Piña por el escándalo de la conversación privada. Indiscutible, es una mujer valiente ella. En los mensajes de whatsapp que exhibió el senador no se ve por ningún lado amenaza alguna, sí un show bochornoso, un montaje barato.
También exhibe un político en el que no se puede fiar para entablar conversaciones de texto. Alguien desesperado por ganarse la confianza del Presidente López Obrador, aunque se eche el mundo encima y haga el ridículo.
Quien platique con él, de ahora en adelante, utilizando esa aplicación o cualquier otra, tendrá que ser muy cuidadoso de sus letras y mensajes de voz porque puede hacerlas públicas cuando quiera obtener rédito de lo privado.
Si teníamos dudas que carece del afecto de Andrés Manuel, él mismo se ha encargado de corroborarlo con actuaciones suyas tan lamentables para ser candidato a la gubernatura de Puebla.
Para Alejandro vale la pena sus excentricidades. Excederse en su conducta, afectar a terceros, al país incluso, situándose del lado de aquel que destruye las instituciones y socava la democracia en perjuicio de las generaciones futuras, sus hijos, sus nietos, su descendencia incluso.
Con sus letras hay que decirlo. Y nos duele a quienes le conocemos y deseamos lo mejor para él. Tiene una seguidilla de equivocaciones abominables, malintencionadas, insilenciables. Su propuesta de desaparecer el INAI fue de espanto, a muchos nos desconcertó, nos defraudó.
Que lo hiciera otro legislador habría sido distinto, pero que lo iniciara un paisano nuestro con ganas inmensas de ser mandatario estatal fue decepcionante.
Aprobar las 22 iniciativas del AMLO en lo oscuro de una sesión alterna a la sede oficial del Senado de la República no tuvo nombre. Chicanear el procedimiento parlamentario fue traicionero. Incendiar la elección de ministros de la Corte mediante el voto popular fue ridículo.
Y ahora el colmo, lo de la ministra Norma Piña, sacar raja política de una mujer, promocionarse a sus costillas, dejarla en mal para quedar bien él con AMLO, acusarla por una observación que no una amenaza, sortea la frontera de la locura.
Terrible todo. Horroroso. Su conducta como la de Nacho Mier, su insistencia de democratizar el ungimiento de magistrados en las urnas, utilizando el engaño, lo único que provoca a los poblanos es desaprobación. Y miedo.
No debemos decirles a todo que sí y aplaudírselos, entregarles un cheque en blanco, ser comparsa también nos haría cómplices, sus locuras nos ofenden, por muy amigos que seamos y queramos que gobiernen Puebla. @DiarioReporter
¡Excelente columna! Saludos Sr. Jesús Ramos
D e m o l e d o r texto
Totalmente de acuerdo, excente , expresa mi sentir, si decepciona esas actitudes, y claro que AMLO no lo quiere, no lo van a seleccionar