Por Jesús Ramos
En política las imágenes hablan, la de Alejandro Armenta, Sergio Salomón y Pepe Chedraui se traduce de manera sencilla. Son tres figuras de peso en el ajedrez de élite poblano, tres piezas que el tablero local acomoda sin mucho esfuerzo.
El encuentro no fue casualidad ni cortesía, fueron palabras, voces, fue equilibrio, fue política en su estado puro. Para entender el momento conviene mirar los pasos previos. Primero, la salida de Javier Aquino de la Secretaría del Bienestar.
Su presencia en la reunión no fue coincidencia administrativa sino el propósito deliberado de regresarlo al escenario estatal. Segundo, la fotografía de Salomón y Pepe Chedraui conversando en un café de la ciudad tuvo mucho que ver. Esa imagen fue la antesala se lo que ahora proyecta la gran pantalla del poder.
Algunos quisieron ver en el encuentro una tensión velada entre dos grupos supuestamente antagónicos. Se equivocan. Si fueran enemigos Armenta no habría recibido el respaldo de Sergio para alcanzar la gubernatura.
La historia no se reescribe con rumores. Lo que hay entre ambos no es amistad, sino un pacto de conveniencia mutua que, de romperse, abriría paso a un tercer jugador, actor que podría irrumpir con fuerza en las intermedias del 2027 y desordenar la sucesión del 2030. Y ninguno de los dos está dispuesto a correr tal riesgo se los aseguro.
Sergio sabe que el ciclo electoral del 2027 le pertenece a Armenta. Él ya armó el tablero del 2024, ahora toca al gobernador mover sus piezas y apropiarse de la geografía absoluta. Así funciona la política. Uno concede hoy para ser dueño mañana, Alejandro lo hizo.
La alternancia dentro del mismo grupo es el seguro de continuidad del poder. La foto, por tanto, no es muestra de distensión, es un pacto visual. Si realmente existiera ruptura, no hubiera habido foto alguna. En política cuando las relaciones se fracturan, los rostros se esconden, los saludos se enfrían y las cámaras se apagan.
Aquí ocurrió lo contrario, se encendieron los flashes. Armenta y Salomón seguirán caminando juntos, cuidando sus parcelas, pero bajo el mismo cielo. Lo harán no por afecto, sino por conveniencia, no por lealtad, sino por estrategia. En el juego del poder no gana el que rompe, sí, en cambio, el que logra mantenerse al lado del otro sin perder autonomía.
Deberíamos entender que la política poblana no presenció un reencuentro ni reconciliación, asistió a una ratificación, la foto no selló una amistad, blindó un acuerdo. Y en ese gesto tan simple como calculado se resume la esencia del poder, sobrevivir juntos, hasta que los intereses nos separen. @noticiasreportero





