Por Jesús Ramos
El 7 de marzo, en el marco del Día Internacional de la Mujer, el ayuntamiento de San Andrés Cholula que lidera la panista Guadalupe Cuautle, abrió la cartera pública para agasajar a sus ciudadanas con la charla de la periodista Adela Micha.
Una hora de conversación, un escenario al aire libre y un pago que, según documentos oficiales, ascendió a 649 mil 600 pesos. Monto nada despreciable que se asoma a la categoría de derroche cuando se confronta con los tabuladores que regulan este tipo de contrataciones.
AnálisisTv, novedosa plataforma informativa que lanzamos el lunes pasado, presentó contratos y documentos que respaldan lo aquí expuesto con la corazonada manifiesta de que Adela pudo no haber cobrado lo que dicen que cobró.
Glassdor, plataforma de transparencia que mide los costos de conferencias, talleres, sugiere que por el perfil profesional de la famosa comunicadora, el pago razonable no debió superar los 380 mil pesos ya exagerado si hubiese percibido alguna remuneración.
Reiteramos, si hubiese cobrado, porque la referencia que se tiene de la periodista es que acudió a Uruapan, Michoacán, a ofrecer una plática sobre el empoderamiento de la mujer y lo que único que pidió fueron los viáticos, cero pago.
La aritmética es cruel, estamos frente a un diferencial de más de 250 mil pesos que resulta difícil de justificar bajo criterios de proporcionalidad y eficiencia del gasto responsable.
Y aquí nace la pregunta obligada. ¿Se pagó por la imagen de Adela Micha o por algún otro concepto que la factura no dice? En términos estrictos, la charla de una hora no es ilegal. Los gobiernos suelen pagar por conferencistas de renombre para dar lustre a su egoísmo.
Pero la diferencia entre lo que debió costar y lo que realmente se pagó abre espacio a la sospecha de algo enfermo. Una mochada o triangulación pagada no precisamente a Adela Micha, sino a alguien más.
¿Sobreprecio? ¿Comisión en tránsito? ¿Favores disfrazados de servicios profesionales? Cuando los números no cuadran, el terreno se presta para la interpretación y, sobre todo, para la desconfianza del manejo honrado de las finanzas públicas.
La gestión de Guadalupe Cuautle no necesitaba ese ruido. Los recursos públicos son sagrados, más aún cuando provienen de contribuyentes que no ven resueltas con eficacia sus necesidades apremiantes de seguridad, movilidad, alumbrado y muchas cosas.
Destinar casi 650 mil pesos a una charla de sesenta minutos, aunque fuera en el marco de un evento internacional y por una figura famosa difícilmente resiste un análisis de costo beneficio.
Si de honrar a las mujeres se trataba, había mil formas más efectivas de invertir ese dinero en programas con impacto real. Refugios, becas, capacitación, oficios, atención psicológica, apoyo a emprendedoras.
El resto es vanidad, egoísmo, glamour, espectáculo. Y cuando el espectáculo se paga a sobreprecio con dinero público, el aplauso se convierte en sospecha y la celebración en agravio. @noticiasreportero