Por Jesús Ramos
García Parra, el Choco, es el hombre más buscado de la comarca, pero también, extrañamente, el menos encontrado, dos semanas atrás y corriendo se lo tragó la tierra, se esfumó el canijo.
Cuando el destape de Aguilar Pala todavía estaba, se le veía lindo, sonriente, aparecía en las fotos, después, nos privó de su presencia, como si hubiese sido abducido súbitamente por Stich o algún otro extraterrestre.
Mejor encontraron al Mayo Zambada que al Choco. ¿Pues dónde está? ¿Qué es de él? Sólo Dios, él y Armenta saben dónde localizarle. Por docenas envían mensajes a su what y nada, llamadas menos probabilidad existe de responder.
No pocos le imaginan de vacaciones en la alta meseta tibetana de los Himalayas de retiro espiritual. O, bien, descifrando los jeroglíficos de la gran pirámide de Kefrén en Egipto.
Pocos saben de esos deseos suyos de dormir bajo una piel de oso polar en el Ártico canadiense o sintiendo el calor corporal de uno de esos hermosos animales blancos donde las luces del cielo tocan la tierra.
Esas hipótesis fueran correctas si el Choco no fuese el vínculo más interrogado de Alejandro para acceder a los libros donde leerán los interesados en carteras de gabinete.
Obvio. Simple. Llano. Le mandaron de vacaciones pues para cerrar el canal de consultas. @DiarioReporter