Por Jesús Ramos
Tiene una estrategia implícita de comunicación desafiante hacia el periodismo libre el Detector de Mentiras del gobierno estatal. Que le sostenga o desista es asunto del mismo gobierno, respetable decisión, por lamentable que sea.
A todos los periodistas no hace daño, a la prensa camaleónica en nada le afecta tampoco le incomoda porque en cada sexenio se tonifica acorde a las circunstancias, sincronía y estilo de divulgación oficial.
Siendo objetivos se cuentan con los dedos de la mano los comunicadores poblanos que disfrutan las deliciosas mieles de la libertad para señalar excesos, corrupciones y desatinos de las administraciones estatales, ellos son el blanco dirigido.
Es el Detector de Mentiras una estrategia penosa. Y hablando de estrategias de comunicación existe la llamada Bola de Nieve. Siembran un tema y conforme cronos avanza va aumentando de tamaño insignificante e inofensivo hasta convertirse en una esférica de proporciones descomunales y peligrosas.
Están molestos aquellos que cubren la fuente de gobierno y muchos más, no se dice por reserva, pero han enjuiciado a quién ellos suponen generó la falange que intimida la libertad de expresión del gremio y promueve la autocensura, el miedo a ser exhibidos.
Bueno no es eso, la bola de nieve del malestar es pequeña hoy, pero seguirá creciendo conforme el Detector de Mentiras muerda presas, sangre honras e incremente odios.
El mismo derecho que tenemos los periodistas para informar y señalar lo tiene el gobierno del estado para diseñar estrategias que inhiban la crítica a su desempeño, al final será decisión de la prensa conservarse pasiva o desafiar la comunicación gubernamental polarizante.
Consejos no necesitan los creadores de esa cosa horrorosa, calibrada deben tenerla en perjuicios para ambos bandos, tanto como las crisis potenciales que acechan a todo gobierno y que explotan con los megatones del combustible del rencor almacenado para el gran momento.
Es una paradoja el Detector de Mentiras al respeto ofrecido por el gobierno a la comunidad periodística, ofrecimiento que de su ronco pecho expulsó sin que nadie lo pidiera, una pena, lamentable, tremenda decepción. @DiarioReporter