Por Jesús Ramos
Adán Domínguez fue dejado al frente del ayuntamiento de Puebla por la enorme confianza que le tiene Eduardo Rivera, de otra manera, no estaría ahí, obedece pues a los intereses políticos y financieros del candidato perdedor a la gubernatura.
Desde su fraccionamiento o el sitio en que Lalo se aloje, difícil resulta creer que no ordena e influye en la toma de decisiones de Adán, por eso mismo, le dejó el encargo, sabe de su lealtad.
Adán atraviesa, más que por una crisis mediática pasajera, por un colosal escándalo que le dejará marcado de por vida y la probabilidad que detrás de él el auténtico responsable sea Lalo es bastante alta.
En ese tremendo boquete financiero de 680 millones de pesos que Adán abrió al ayuntamiento de Puebla entre los meses de agosto y septiembre de este año, irresistible sería pensar que actuó solo, algo tuvo que ver Lalo.
Lo injusto de todo esto es que Adán tiene la etiqueta puesta ya de gran villano, mientras Lalo, acurrucado en su sofá viendo la Rosa de Guadalupe con copa de vino en mano y fumando puro nada debe inmutarle la friega que le están propinando a su muchacho, bien merecida además.
Feo debe ser para Adán operar los intereses financieros de su jefe, ser el jefe el beneficiado, salir él con la tranquiza y cargar además con la reputación hecha girones.
Atreverse a disponer de los recursos financieros de Pepe Chedraui no deja de ser una misión temeraria y delicada. @DiarioReporter