Por: Jesús Ramos
No imagino a Barbosa pidiendo disculpas a Aguilar Chedraui. Ni me gustaría verle en esa situación. No por otra cosa, sino por la investidura de gobernador que representa en nuestra hermosa Puebla y en el país.
Sus enemigos mueren por ello. Quieren burlarse. La recomendación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos le pide que lo haga a la brevedad y sin resistencia. Que cumpla como cualquier ciudadano común y de a pie.
Etimológicamente pedir disculpas y pedir perdón son dos cosas distintas, sin embargo, para la comprensión del mexicano resultan lo mismo. Es aceptar un fallo e incluso pisar la frontera de la humillación.
No coincido con el estilo soberbio de gobernar de Barbosa. Tampoco con sus feos modos y el sello autoritario y grosero con que trata a medio mundo, particularmente a los reporteros de la prensa crítica. Ejemplos e-consulta y El Popular.
Por compromiso con la sociedad, la prensa poblana tendría que criticar el desempeño y los excesos del poder, sus corruptelas y resultados. Aquí no pasa eso. Aquí le adulan y le hacen la barba, son promiscuos con él. Y aquel que no lo hace, es mordido o acosado por el aparato de gobierno.
Pedirle disculpas a un ser intachable, a un pueblo mancillado o por los pecados de gobiernos anteriores es otra cosa. Pero no a un bribón como Aguilar Chedraui. A él no. Su paso por la administración pública con Moreno Valle fue de abuso.
Y Barbosa tendría que probárselo. No pudo, es la verdad. Por ineptitud o lo que sea pero no pudo.
Nuestro gobernador tiene la lengua más rápida del oeste para juzgar y agredir verbalmente. Desenfunda veloz. Y con esa velocidad, acusa de ladronerías o corruptelas al que le viene en gana, pero Aguilar Chedraui se la sujetó con reflejos felinos para después atársela a la CNDH.
Lo hizo de maravilla. Esta vez la víctima fue más lista que el agresor. Y por las respuestas de él, de gente chiquita como Biestro y de las Vaqueritas de Dallas de la prensa local, es bastante notorio que le enfureció.
Barbosa no pedirá disculpas. Y tampoco quiero verle en ese plan. Pero el golpe que le propinaron fue durísimo y vergonzante, de antología y para la memoria histórica de Puebla. Le dieron una sopa de su propio chocolate.
El recurso de acogerse a la libertad de expresión. Ese pequeño espacio al que van a refugiarse los débiles cuando el poder abusa de ellos, denota el tamaño de palo que le dieron Barbosa. La conquista de esa libertad fue lograda para las víctimas, no para los depredadores. Vaya trancazo. @DiarioReport