Por Jesús Ramos
Adán Domínguez heredará a Pepe Chedraui una ciudad gangrenada por el narcomenudeo y la criminalidad. ¿Recuerda cuando fue la última vez que la policía municipal capturó alguna banda de narcomenudistas? Seguramente no.
¿Cuándo propinó un duro golpe a los malos? Ni idea. El joven Ricardo Meneses fue levantado el 9 de julio por un comando armado en la Esteban de Antuñano, días después la FGE lo entregó en partes a su familia, pero no completo.
En el casino Big Bola otro comando ejecutó a dos personas y se llevó a una mujer, la policía municipal de San Andrés Cholula sospechosamente, de acuerdo a versiones de la Fiscalía del Estado, llegó bastante tarde y tampoco hizo rondines esa ocasión en la zona, cuando por protocolo ahí los hacían.
Las fuerzas del orden municipal del alcalde Mundo Tlatehui tampoco han asestado golpes a los narcomenudistas, imperceptibles, tratándose de la zona de antros. Ni previene ni reacciona la autoridad del lugar. Un niño fue asesinado en el Camino Real a Cholula cerca de Zavaleta.
San Pedro Cholula es un municipio con locales comerciales asaltados cuatro, cinco o más veces a unas cuadras del edificio del ayuntamiento. No se explican los locatarios cómo es que ocurren los robos estando tan cerca del zócalo sin que atrapen a los maleantes. Tampoco previenen ni reaccionan.
Cuautlancingo, gobernado por Filomeno Sarmiento, ha sido escenario de descuartizados en la zona de Volkswagen, ejecutados en gimnasios, desmembrados dejados en cajas y otros horrores recurrentes.
El común denominador de los alcaldes Adán Domínguez, Mundo Tlatehui, Paola Angón y Filomeno, además de ser panistas, es que ni previenen los delitos, por eso se les han disparado, ni reaccionan ante ellos. Puebla y su zona conurbada se ha convertido en el nuevo Triángulo Rojo. @DiarioReporter