Por Alberto Pacheco
Algunas de las palabras más comunes en la retórica de los políticos son CAMBIO, RENOVACIÓN, PROGRESO, DIFERENTE entre otras, con las que venden a los ciudadanos un compendio de esperanzas que en su mayoría se sustentan en la fe del “échaleganismo” y muy poco o nada, en el desarrollo de competencias y habilidades personales, que les permitan enfrentar los grandes retos que el quehacer público demanda.
No obstante, la realidad, de la que por supuesto, los ciudadanos somos cómplices, es que son unas cuantas familias las que por décadas han tenido y tienen el poder y transmutan según las conveniencias y circunstancias, de partido en partido, adónde no existen ideologías sino conveniencias.
Para muestra, basta un botón o quizás 2, el gobierno del Estado, pese a que el gobernador tiene una muy particular animadversión por el otrora Morenovallismo, está plagado de los mismos apellidos que si bien ya fueron alguna vez PRI, otras PAN y faltaba más…MORENOVALLISTAS, ahora convergen en el morenismo.
Algunos como funcionarios, otros como proveedores, muchos más como asesores, pero la realidad es que, de NUEVO, de CAMBIO, de RENOVACIÓN, no hay absolutamente nada, y de resultados menos.
Porque los problemas de hoy, son la consecuencia de las acciones de ayer y entonces si de igual forma los funcionarios de ayer, son los de hoy, acaso ¿ya se reivindicaron? ¿ya se prepararon?
Y ni qué decir del Ayuntamiento de Puebla, adónde los mismos apellidos dominan las principales carteras, volvieron las llamadas FAMILIAS CUSTODIAS y Morenovallistas conversos al Lalo Riverismo como los Riestra, que lo mismo tienen una regiduría que una diputación y lo mismo que ayer lloraban el helicopterazo y hoy matraquean al LALISMO.
Y encima, el collage dinosaúrico del que se conformó su varipinta alianza, que tiene como puntas de lanza a la familia Alcalá con la hija en el cabildo y la mamá en el congreso, tan solo por citar un pequeño ejemplo.
Las mismas familias que reparten entre sus familiares, amigos, amantes, novias, novios los puestos públicos y por supuesto, los jugosos recursos que cohabitan en ese contubernio perverso.
La política en Puebla como en todo México, no es más que un laboratorio adónde los mismos de siempre, experimentan con la vida de los demás, desafortunadamente, con resultados infames.
En dónde quedó por ejemplo, la farsa del RECRUITMENT que disque estaba haciendo el presidente Municipal Eduardo Rivera a través de una empresa de consultoría, si son exactamente los mismos hombres y mujeres de siempre los que lo acompañan en las principales carteras y que por supuesto, no hicieron ningún tipo de procesos de reclutamiento ni prueba alguna que midiera sus habilidades y competencias.
Algunos con un historial muy dudoso y otros, cuya principal carta de recomendación, no es su sobrada experiencia o capacidad, sino la lealtad irrestricta a un proyecto que no tiene nada que ver con el bienestar de la ciudadanía, sino con el poder mismo.
Así es, nuestro sistema político no es más que una bonita familia que si tiene que mentir, miente, si tienen que simular conflictos, pues se pelean, si tienen que prometer, pro-METEN hasta lo más recóndito de las entrañas de los ciudadanos, la eterna promesa del AHORA SÍ.
Y mientras, los ciudadanos quejándose por tan terrible realidad que enfrentan en la cotidianidad de sus simples y comunes vidas, pero que cuando llega nuevamente la oportunidad de decidir, se vuelven locos por una foto con su candidato, por una matraca para celebrar mentiras, por una playera que cubre la piel, pero desnuda aún más la dignidad.
Porque en nuestra infinita bondad, preferimos ser esclavos del mismo amo y tener certezas de lo esperado por sobre lo anhelado, que liberarnos y quedar en la terrible orfandad de la incertidumbre que es el bienestar, que vale la pena decir, los mexicanos no conocemos.
Nos vemos cuando nos leamos…