Alberto Pacheco
Muchos se han empeñado en llamar al hoy Alcalde de Puebla, “El príncipe del Yunque”, algo que es por supuesto, un despropósito total.
Eduardo Rivera tiene un origen “humilde” allá por los rumbos de Toluca, lo que en automático, revela su naturaleza ajena a un grupo confesional de seudocatólicos y seudoempresarios elitistas que han hecho del PAN, la mejor manera de financiarse con dinero público y ganar y ganar sin la necesidad de competir en el mercado, como si lo hacen los verdaderos empresarios.
Rivera Pérez, es a lo mucho, el acólito del yunque, ese que, gracias a su carisma y su don de pueblo legítimo, conecta con la gente, gana elecciones y conecta a los yunquistas a la ubre más exquisita: el erario.
El yunquista poblano, cae como patada de mula; son seres unidimensionales, que se distinguen por la disque estirpe de sus apellidos, tono blanquecino de piel, hipocresía verbal y navegar por la vida como grandes, exitosos y generosos empresarios, además de que, sin temor a equivocarme, una caja de cartón con la cara de Noroña, tiene más carisma que cualquier yunquista poblano.
Los yunquistas, no pretenden una transformación de la sociedad, ni mejorar las condiciones de vida de la gran mayoría de poblanos que viven en condiciones adversas, sino que solo viven para hacer nómina y business, muchos business al amparo del poder público.
¿O creen que por el simple hecho de apellidarse Rivera y ser el Alcalde, Lalo tiene un lugar de privilegio en la cofradía?
Eduardo Rivera es un Rivera convencional y encima “Pérez”, para ser el príncipe del yunque, tendría que ser DÍAZ DE RIVERA, disque empresario de abolengo y claro, ser de tez blanca; características con las que no nació.
No tengo dudas, de que en sus pensamientos y deseos más profundos, Lalo Rivera, desea obrar con un poquito más de ética, de trabajar para el pueblo y no para el yunque, pero finalmente, debe cumplir con ese propósito fundamental para el que fue ungido: ser la transfusión de sangre (dinero) que el yunque necesitaba en su ya casi moribundo estado, en el que Moreno Valle los había dejado.
Y es que, sobran las historias de esos “grandes empresarios yunquistas” que, al ser desplazados (más no aniquilados de milagro) por el morenovallismo, comenzaron a flaquear, incapaces de enfrentar las disrupciones del mercado por sí mismos, comenzando incluso, a utilizar respirador artificial, y en casos más severos, enfrentando la terrible quiebra.
No obstante, hoy comienzan a recuperar la salud, a través del control del comité directivo estatal del PAN, que tiene como cara visible a una sí, verdadera hija del Yunque: Tití Díaz de Rivera.
Y por supuesto, de la joya de la corona que es Puebla capital, adónde los grandes negos, comienzan a ser visibles, véase la muy opaca concesión de los parquímetros a una empresa ligada al yunque, el control de los giros negros, la obra pública para la que incluso, ya solicitaron un crédito, antes que reducir gasto corriente y la masa salarial y pronto, otro espectacular negocio que será el control del relleno sanitario.
Encima, no hay duda que ya comienzan a hacer caja, soñando que, gracias a su acólito Don Lalo Rivera, pronto llegarán al cielo prometido por sus profetas, y adónde los business, no tendrán limite y su reino no conocerá el final…Ajá sí.
Ya veremos qué dicen los poblanos.
Nos vemos cuando nos leamos. @DiarioReporter