Por Jesús Ramos
Cuando Sollozzo recibe la negativa de Vito Corleone para hacer negocios con él, opta por el albazo. Le faltó el tiro de gracia para eliminar al Padrino. Millones de billetes estaban en juego. Y el mercado absoluto de las drogas.
Qué hombre tan atrevido, pensamos los lectores de Mario Puzo en su obra cumbre.
Cuando dan la negativa a la Señora de ser gobernadora debió recordar la trama siciliana y ponerla en marcha. Hizo lo mismo que Sollozzo, madrugar para evitar que la empresa naufragara.
Tan inesperado fue el desenlace que a ella incluso le tomó por sorpresa. Pudo haberle demorado otro rato su Señor. No fue así. Ahora no sólo el destino le jugaba en contra sino también el tiempo para ordenar el tiradero y echar bajo la alfombra la suciedad.
Antes que los músculos del Señor se contrajeran, pensó en los vivos, los cabos sueltos, los negocios, el poder. Y pidió el favor a quién debía pedirlo en pleno funeral. Ella para gobernar.
Su ficha fue solicitada instantes después de la petición. Los generales se revisaron con lupa, hoy se sabe. No. No podía ser fue la respuesta. El centro lo decidiría, se lo dijeron.
Le respetaban tanto como al Señor, pero no. Como Sollozzo enfureció e igual debió tragarse el enfado. El atrevimiento le vino después. Madrugar. No había de otra.
Enterados los líderes partidarios de sus pretensiones coincidieron en también negarse. Soñado momento el suyo. Habiéndose sacudido al difunto harían lo mismo con ella. Jamás le dejarían pasar.
Si la crueldad de él se alimentaba de la crueldad de ella podían sufrirla peor. Nomás imaginarlo los pelos de la nuca se les erizaron. Ríos de helado sudor les bajaron por el espinazo.
Ni que fuera patente de corso. Él les infundía miedo. Les tenía bien apercollados con sus largas colas de impunidad y corrupción. Si ella les repetía la dosis se arrepentirían por idiotas.
Innecesario correr el riesgo. Uno del clan no. Uno ajeno al clan sí. Y si lo elegían antes de que el centro lo enviara, mejor. Peligrosa, tremenda locura la que estaban dispuestos a consumar los coludos mediante la asociación.
El control total del Legislativo fue tomado por el de la cola más larga, triásica y apestosa. Y fue él, el encargado de mensajear la negativa a la Señora. Por ninguno del círculo del Señor desafiarían al centro. Por uno ajeno sí, el que ella eligiera, incluso. Pero pronto.
De atreverse, un día, lo confirmará, lo suyo fue un valioso episodio de la historia local que merece ser narrado. La verdad nos hará libres, decía Sócrates, Cristo y sabe Dios cuántos más. @DiarioReporter