Por: Jesús Ramos
Entre las 20 y 23 horas del martes pasado se consumó la masacre de 10 personas en Atlixco, según medios locales. Para las 9 de la mañana del día siguiente, el gobierno del estado ya había resuelto que se trataba de un ajuste de cuentas entre dos bandas rivales del crimen organizado.
Muy probablemente a la misma hora la sangre derramada en la escena del crimen seguía todavía fresca y el olor de la pólvora impregnada en el ambiente del domicilio donde se dieron los hechos.
Lo mismo ocurrió 8 días antes en Ciudad Serdán, el crimen múltiple de 5 personas fue perpetrado entre las 4 y 5 de la mañana del 3 de marzo y cuatro horas después el gobernador Barbosa informaba que se trataba de un conflicto entre dos bandas criminales que operan en la región.
Es sorprendente la celeridad y efectividad con que son resueltos los multihomicidios en Puebla, ni el Buró Federal de Investigación (FBI) de Estados Unidos ni la Fiscalía General de la República de Gertz Manero han sido tan eficientes.
La ligereza con que el mandatario habla de estas tragedias es sorprendente. Se dedicaban a distribuir droga. Eran bandas del crimen organizado. La rivalidad se dio por el control del territorio. Ni eran de Puebla, venían de otro estado. Esa es su narrativa.
El otro repertorio suyo va en este sentido. Tenemos toda la información. Sabemos todo. Tenemos nombres, direcciones, todo, todo, todo, un expediente muy completo. Si eso es cierto, ¿por qué la autoridad estatal no se anticipa a las tragedias y abate la inseguridad?
Puebla ha sido escenario de nueve masacres del primero de enero del presente año a la fecha. Estamos colmados de robos, desaparecidos, ejecuciones, feminicidios y otro puñado más de delitos que nos estresan porque en vez de disminuir aumentan de manera vertiginosa.
Los 10 ejecutados de Atlixco como los 8 homicidios colectivos anteriores fueron suscritos en territorio poblano, por eso mismo, resulta desafortunado aligerar estos acontecimientos dándoles categoría de fuereños a los cadáveres esparcidos.
Seriedad y prudencia es de lo que adolece nuestra autoridad estatal para afrontar sucesos de sangre de esta naturaleza. Debe dar su sitio a la Fiscalía del Estado para que sea ella la que explique lo que a su área corresponde.
Este gobierno ha gastado su bono de credibilidad hasta dejarlo en ceros en muchos aspectos, eso es grave, pero todavía más grave que arrastre al despeñadero a instituciones como la Fiscalía General del Estado y la Secretaría de Seguridad Pública en lo suyo que es la investigación y protección del ciudadano. @DiarioReporter