Por Jesús Ramos
Inédito, excepcional, sin mezquindades, juntos Morena, PAN, PSI, Verde, PRI y del Trabajo entrelazaron sus brazos codo a codo en rueda de prensa para enviar un mensaje contundente de paz y solidaridad después del asesinato de Jaime González candidato morenista a la alcaldía de Acatzingo.
Su propósito fue no normalizar atentados contra la integridad de candidatos de los distintos partidos políticos porque de muchas maneras lastiman los procesos democráticos e inhiben la participación de los electores en las urnas y es que si tocaron a uno pueden tocar a cualquiera.
Incluso acordaron suspender las campañas federales por 24 horas en señal de duelo para que los criminales les observen unidos tras la ejecución de Jaime González y esto no vuelva a repetirse.
Horas antes, Olga Lucía y Agustín Guerrero, jerarcas máximos del morenaje poblano, convocaron a reunión urgente al comité estatal y a sus candidatos para externar su indignación y enviar un mensaje claro de repudio a la violencia.
Así debió haber sido, con esa solidaridad, así de contundente, pero no ocurrió de esa manera, apenas reprobaron el atentado personajes de la vida política local en mensajes de redes sociales con condolencias añadidas. Al día siguiente, domingo, todo continuó como si nada hubiese sucedido, se normalizó la ejecución.
Peor aún, Eduardo Rivera remató su mensaje de condena y pésame con el eslogan de la coalición PAN, PRI y PRD “los mexicanos merecemos vivir sin miedo”, raja política-electoral usufructuada a partir del dolor de un asesinado y del dolor de su familia.
En pensamientos de analistas, políticos y cabezas duras germina la idea progresiva del por qué en Acatzingo, tierra de Armenta, ¿fue acaso mensaje siciliano?, ¿respuesta de grupos criminales? Aventurado aventurarse a afirmarlo. @DiarioReporter