Por Raúl Hermosillo Carmona
Coincido con varios analistas en que marzo y abril, serán recordados como dos de los meses más funestos para el proyecto de regresión autoritaria del obradorismo. En este breve periodo de tiempo vimos el escándalo de la Casa Gris, el naufragio de la Ley Eléctrica en la Corte, el fracasó de la farsa de la consulta y, lo más grave, el rotundo fracaso del intento del presidente de dividir al PRI y descarrilar la alianza Va por México.
Pero vayamos por partes. Respecto a la Ley Eléctrica, algunos dirán que 4 ministros votaron por la constitucionalidad. El problema es que no. Ya salió a la luz otro escándalo más del obradorismo. Resulta que fueron 8 ministros, no 7, los que votaron en contra de la Ley, pero el presidente de la corte y varios ministros carnales, hicieron trampa en el conteo. Justo ahí, radica la derrota. Tuvieron que hacer una tranza para complacer al presidente y que no quedara completamente derrotado. Una verdadera vergüenza. El hecho es que una amplia mayoría de los ministros rechazaron la propuesta y seguramente darán cause a los amparos presentados por más de 200 empresas. La ley es inconstitucional. Punto.
Otro revés de antología fue la farsa de la revocación de mandato. Ya expliqué en otro artículo por qué creo que fue un rotundo fracaso. Hay evidencia sólida de que, de los 15 millones que lo ratificaron, la mitad son beneficiarios de programas sociales que, como cualquier clientela, son susceptibles de votar por cualquier opción política. No están casados con la 4T.
Pero quizá el más duro de los golpes, el que más dolió y el de mayores consecuencias políticas fue sin duda el fracaso de la estrategia para dividir al PRI y con ello, tratar de reventar al bloque opositor que ahora se denomina Frente Cívico Nacional.
Muchos se preguntarán, por qué tratar de doblar al PRI. Porque, como lo he señalado aquí varias veces, el PRI es alter ego de Morena y, por tanto, su aliado natural. El obradorismo es el nuevo echeverrismo, y la chairocracia actual es el antiguo centro-izquierda del PRI.
Por eso el fracaso del presidente nada tiene que ver con el sector eléctrico. Es un fracaso puramente político-electoral. Él ya sabía que su iniciativa no iba a pasar. Primero, porque no tenía los votos suficientes. Recordemos que en las elecciones intermedias de junio del año pasado los ciudadanos logramos quitarle la mayoría calificada a la 4T para que no pudiera cambiar la Constitución.
Y segundo, porque no tenía el apoyo de sus aliados empresariales ni el visto bueno de Estados Unidos. En un artículo que publiqué en octubre del año pasado señalé que ni el mismo presidente, ni nadie en su círculo cercano, estaban realmente convencidos de la viabilidad de cancelar la competencia en el sector y bloquear las energías limpias, sobre todo con una CFE quebrada por las pensiones y en la obsolescencia tecnológica. Y que el verdadero objetivo de la propuesta era tener “materia” y pretexto, para acusar y denostar a quien se opusiera.
¿Para qué? Pues para poder hacer propaganda rumbo a la farsa de la revocación y, sobre todo, para dividir a la bancada del PRI, rumbo al proceso electoral, tanto de este año como de 2024. Toda la parafernalia de la soberanía eléctrica, del saqueo de empresas extranjeras, del nacionalismo revolucionario de López Mateos, bla bla bla…Todo fue pensado para darle a los priístas, que tienen cola que les pisen, una salida ideológica “digna”, para que rompieran con su bancada… Con que lograran doblar a 30 o incluso a 20 (de los 57 que necesitaban), sería suficiente para abrir un boquete y hacer naufragar la alianza opositora.
La apuesta del presidente fue todo o nada. Por eso no le quiso mover ni una coma a su propuesta. Porque su objetivo no era que pasara, sino presionar al sector más nacionalista y revolucionario del PRI… y pues fracasó. Nunca calculó que en tan poco tiempo se generaran incentivos para que el PRI cerrara filas dentro del bloque opositor, ya con la mira puesta en el 2024.
Lo único que logró el presidente con su estrategia de “reforma eléctrica” fue unificar a la oposición, incluido Movimiento Ciudadano, y eso, no es cosa menor. La mejor prueba de que el pánico está desbordado en palacio nacional es la campaña fascistoide de acusar de “traición a la patria” al PRI y al resto de la oposición. Pero como no prendió su campaña de su odio, tuvieron que acelerar la presentación de la de reforma electoral, otro bodrio pensado para distraer y polarizar.
Lo que no han medido es que con sus campañas de propaganda ideológica, lo único que van a conseguir es que el PRI y MC cierren filas con en torno al bloque opositor, como de hecho está ocurriendo, y que la gente que ya comenzaba a dudar de la 4T se termine de espantar.
Todos los analistas coinciden en que el presidente comete un grave error al apostar todo tu resto en una campaña de odio para polarizar, en un momento de debilidad, es decir, justo cuando no lograste mostrar el músculo que dices tener en la farsa de la consulta. Solo un presidente realmente desesperado recurre a este tipo de ataques cuando todo lo demás está tan descompuesto: inseguridad desbordada, inflación descontrolada, desinversión, un sector salud en ruinas.
En realidad, estamos ante las primeras patadas de ahogado de un gobierno que hará todo lo posible por culpar a la oposición de sus propios fracasos. @DiarioReporter