Por Jesús Ramos
Lo que vimos en las imágenes que circularon la semana pasada de Barbosa con Lalo Rivera en su informe municipal y después con Alejandro Armenta en el mole de caderas de Tehuacán, son ejemplos perversos en acuerdos de impunidad.
Digámoslo así. Apoyo tus aspiraciones a sucederme como gobernador en el 2024 a cambio de que no procedas legalmente contra mis abusos y excesos de poder.
Y la respuesta silenciosa que observamos en las fotos fue un: ¡sí acepto!, del parlamentarista y del alcalde de Puebla para hacerse de la vista gorda si lograran el objetivo anhelado.
Hasta hace poco ocultaban exhibirse en público, ahora no. Cada vez son más evidentes sus complicidades. Políticos de todos los partidos atestiguaron el idilio de Lalo con Barbosa. Y medio mundo, vio el romance de corazones amarillos del gobernador con Armenta.
No es extraño que estas cosas ocurran en la política mexicana, a nivel federal apreciamos a López Obrador curando en salud su impunidad futura con Sheinbaum, Adán Augusto y Ebrard como sus herederos del poder.
Cualquiera de los tres se la garantiza, aunque analistas nacionales creen que la jefa de Gobierno de la Ciudad de México es la que le cuidaría mejor las espaldas en temas de corrupción, además de que obedecería ciegamente a Andrés Manuel cuando abandone Palacio Nacional.
Sería ingenuo que Barbosa creyera que Lalo y Alejandro se prestarían a una extensión suya de gobierno, más bien, los acuerdos con ambos son para que no le persigan cuando deje de ser Ejecutivo del Estado.
Antes de Barbosa, Bartlett quiso hacer lo mismo con José Luis Flores, Melquiades con Carlos Alberto Julián y Marín con Zavala, ninguno pudo lograrlo, terminaron acordando su impunidad con quienes se supone eran sus enemigos políticos.
Historias como esas pueden repetirse. Y tampoco sería novedoso que si fracasa con Lalo y Alejandro alcance la misma impunidad con Nacho, después de todo, en política suceden cosas asquerosas, increíbles y desagradables.
Si de por sí eran inocultables los tratos perversos entre el mandatario poblano con el reforestador de la república, las imágenes de su romance idílico en la comilona del mole de caderas, con corazones y toda la cosa, confirma lo que ya se sabía: Alejandro le perdonará el cochinero y sus excesos de poder si fuera gobernador de Puebla.
El mismo acuerdo de impunidad trascendería con Lalo.
Atestiguamos la semana pasada dos ejemplos de pragmatismo de altísimo nivel. Uno que consiente el perdón al intento de homicidio con una inyección de miel.
Y el otro, la alianza de un mandatario de izquierda con la expresión más elevada de la ultraderecha y el fascismo mexicano para evitar el castigo a los excesos del ejercicio del poder público. @DiarioReporter