Por Jesús Ramos
Tremendamente preocupados deben estar alcaldes, servidores públicos, diputados, senadores y gobernadores del país después de lo que vimos, leímos, escuchamos e interpretamos del Operativo Enjambre desplegado el fin de semana en el Edomex por Omar García Harfuch.
Es sencillo responder el por qué, porque una muy generosa porción de la república mexicana es controlada por organizaciones criminales en complicidad con alcaldes, mandos policiacos e influyentes políticos.
Enjambre apunta a ser la estrategia federal que desvincule la relación de los distintos órdenes de gobierno con los criminales de las diferentes regiones, algo de lo que poco se habla, pero que todos sabemos que existe.
Harfuch propinó diez aguijonazos de manera simultánea en los municipios de Amanalco, Santo Tomás, Tonatico, Chicoloapan, Ixtapaluca, Tejupilco, Naucalpan, Coacalco, Jilotzingo y Texcaltitlán del Edomex, cargando con jefes policiacos, servidores públicos y la alcaldesa de Amanalco.
Si la fuerza del estado coordinada por Harfuch con marinos, militares, ministeriales, estatales y efectivos de la Guardia Nacional se desplegó exitosamente en la geografía de la gobernadora Delfina Gómez, se entiende que volverá a orquestarla en otras partes del país soportada por investigaciones y órdenes de arresto.
Puebla no está exenta de esa probabilidad, desde tiempo atrás organizaciones criminales han manifestado su presencia en distintas regiones de las sierras norte, negra, valle de Serdán, mixteca, centro e incluso en la capital misma.
Meses antes de que las nuevas autoridades municipales rindieran protesta al cargo se ventilaron presunciones de alcaldes ligados a cárteles y bandas de delincuentes.
Enjambre se mediatizó bastante por parte del gobierno federal, pudiendo ser mensaje siciliano de Harfuch y la presidenta Claudia Sheinbaum para que los alcaldes, gobernantes y servidores públicos con relaciones oscuras pongan sus barbas a remojar. @DiarioReporter