Por Carlos Clemente
En las oficinas de la sede estatal del otrora partidazo, allá por la Diagonal Defensores de la República # 862, comentan que Néstor Camarillo Medina debería ser promotor del turismo estatal y no dirigente partidista, por aquello de que nunca pone pie en sus oficinas y se la pasa promoviendo los moles, las fiestas patronales y los atractivos turísticos de los rincones de Puebla.
No es que ande trabajando en el fortalecimiento del instituto político con miras al 2024, como les presume a los poquitos militantes del Revolucionario Institucional, en realidad, la mera verdad, sólo anda turisteando.
Triste desempeño político para un dirigente estatal que lleva a cuestas un partido con 92 años de historia, fundado por Plutarco Elías Calles y refundado en dos ocasiones por Lázaro Cárdenas y Manuel Ávila Camacho.
Penosamente, el presidente estatal del PRI se ha convertido en el aplaudidor incondicional número uno de Sergio Salomón Céspedes, en el Congreso del Estado; de Eduardo Rivera Pérez, en el ayuntamiento y, faltaba más, del gobernador Barbosa.
Obediente y sumiso ante su coordinador parlamentario Jorge Estefan Chidiac, será difícil o imposible observarle un voto en contra de lo que proponga el grupo mayoritario en el Legislativo.
Ante el alcalde panista, quien representa su esperanza de triunfo rumbo el 2024, todo es miel sobre hojuelas, pues de entrada le cumplió con su plato de lentejas.
Para el huésped principal de casa Aguayo, no hay un asomo de cuestionamiento a pesar de la errática administración gubernamental; pesa más una indagatoria por nexos con grupos huachicoleros de Quecholac, que asumir una postura crítica.
Por favor, que alguien le avise que en Puebla el PRI es un partido político de oposición desde hace diez años.
En qué momento considerará oportuno asumir su papel de opositor, de contrapeso político en el estado, de crítico inteligente y propositivo.
Ahora se entienden los pírricos resultados electorales que tanto festina y que le permitieron agandallarse una curul en la LXI Legislatura local por la vía plurinominal.
Se regordea al asumir como suyos los triunfos que obtuvieron liderazgos regionales muy consolidados en los distritos locales de Huauchinango, Zacatlán, Zacapoaxtla y Ajalpan, cuando en realidad a nivel estatal han sido los peores resultados electorales en la historia.
Su falta de presencia como dirigente partidista en el estado se vuelve evidente ante la fuga de liderazgos regionales hacia los brazos del senador Alejandro Armenta y del diputado federal Ignacio Mier. Ellos sí trabajan, no turistean, andan a la caza de priistas y él ni por enterado.
Ante el reciente encontronazo entre Estefan Chidiac y Enrique Doger, claramente Néstor Camarillo quedó muy lejos de ser el líder que necesita el priismo, lejos de mediar para frenar una confrontación de dimensiones y consecuencias letales, atizó el fuego y dejó en claro que tiene correa y amo. @DiarioReport