Por Raúl Hermosillo Carmona
Después de lo ocurrido en Nueva Italia, Michoacán; y de la desafortunada declaración del presidente, que dijo que el gobierno “cuida” a los integrantes de las bandas porque también son seres humanos, ya no me queda la menor duda de que la narrativa de “abrazos, no balazos”, tiene, como todo en el presidente, un objetivo claramente electoral.
Todo este discurso de que la violencia genera violencia, que el fuego no se apaga con fuego, que ya no es como antes y que ahora se respeta la vida y los derechos humanos, es solo una fachada para encubrir el acuerdo implícito de no agresión pactado entre el presidente y los cárteles, a cambio de apoyo político.
No es un acuerdo para bajar los niveles de violencia o para lograr una coexistencia pacífica entre grupos delictivos, autoridades y población civil. Ya vimos que la guerra entre cárteles no para, y que las masacres y el crecimiento de la actividad criminal siguen en aumento. En realidad, es un pacto para lograr que los grupos criminales apoyen a los candidatos de la 4T. Punto.
No olvidemos que durante las elecciones estatales del año pasado la prensa nacional e internacional documentaron ampliamente la intervención del crimen organizado en el proceso electoral a favor de los candidatos de Morena y aliados. Coincidentemente, todos ellos arrasaron en Sinaloa, Baja California Sur, Baja California, Sonora y Zacatecas. Al grado que, en San Luis Potosí, llegaron al extremo de hacer ganar a un candidato señalado abiertamente, como miembro del crimen organizado.
Fue tal la violencia y las amenazas contra candidatos opositores en esta elección, que Michelle Bachelet, la alta comisionada de la ONU para los derechos humanos, clasificó a México como un “país de preocupación” por los altos niveles de violencia electoral a manos de grupos criminales.
Es cierto que estos acuerdos siempre han existido. Pero lo que nunca habíamos visto es la claudicación explícita de la más alta autoridad del Estado mexicano ¾tanto en los hechos como en el discurso¾ a cumplir y hacer cumplir lo establecido en la Constitución en materia de seguridad y combate al crimen organizado.
El mensaje que envía el presidente a los integrantes de las bandas delictivas es muy claro: nuestros soldados y marinos tienen órdenes de su comandante supremo de no enfrentarlos, para que así ustedes puedan seguir realizando sus actividades delictivas con tranquilidad. A cambio, lo único que se les pide es apoyar el proyecto de la 4T y a sus candidatos.
No es casualidad que, justo ahora que se avecina otro proceso electoral en el que se juegan 6 gubernaturas, el presidente reitere su compromiso y enfatice que lo que dijo, “no fue un desliz”, que él así piensa y que está convencido de que la paz se construye a través de la justicia, no mediante el uso de la fuerza.
¿Cuáles son las implicaciones de un pacto de no agresión con la delincuencia organizada que, a cambio, solo pide votos? Para los criminales siempre será mejor un Estado débil, en el que una sola persona concentre el poder, donde las fuerzas de seguridad se vean obligadas a cohabitar con ellos, y en el que el propio gobierno le dé cauce a una narrativa de impunidad-complicidad en la que los criminales merecen toda nuestra consideración.
Con este tipo de acuerdo el presidente condena al país no solo a la violencia y a la ilegalidad, sino que además abre las puertas de par en par a un tipo de narco Estado que concibe a los grupos criminales como aliados en la “construcción” de un ¡nuevo proyecto de nación!
Por eso la insistencia obsesiva del presidente en la viabilidad de la estrategia “abrazos, no balazos”. Porque el acuerdo tácito con las bandas es impedir que otra fuerza política distinta a la 4T llegue al poder. De ahí la importancia de detener su avance electoral. Porque, en caso de que este plan prospere, el legado histórico del obradorismo habrá sido una nueva forma de narco-populismo cuyo principal mérito será haber evitado que México retome el camino hacia la construcción de un verdadero Estado democrático de derecho en el que la actividad criminal no tiene justificación. @DiarioReporter