Por Carlos Clemente
La delincuencia en los mercados de Puebla capital se ha desbordado. Grupos criminales perfectamente estructurados y especializados en extorsiones, cobro de piso y narcomenudeo operan a sus anchas, nadie los frena. El diagnóstico es preocupante, lo admiten las propias autoridades de Seguridad del estado.
No es un fenómeno nuevo. Durante años se permitió que la criminalidad se enraizara hasta llegar al punto en que hoy se ha convertido en una amenaza escandalosa y cotidiana.
La economía informal que fluye en los centros de abasto, las organizaciones que los controlan y los liderazgos que cohabitan en su interior, han sido terreno fértil para la infiltración de grupos con vínculos delictivos. Y no sólo se han infiltrado, han evolucionado. Se han profesionalizado.
Durante los últimos años, estos grupos fueron tolerados descaradamente. La entonces secretaria de Seguridad municipal, Consuelo Cruz Galindo, presumió la existencia de un “Atlas Delictivo de Mercados”. Nadie lo vio nunca. Pero ella insistía en que tenían una radiografía completa del crimen en estos espacios.
Lo extraño e inadmisible es que nunca se actuó. No hubo operativos relevantes ni estrategias visiblemente efectivas. Todo quedó en declaraciones. La delincuencia siguió creciendo, impune y sin freno.
Mercados como Miguel Hidalgo, La Cuchilla, Los Lavaderos, La Piedad, Morelos, La Acocota, Independencia y la Central de Abasto, están hoy en manos de grupos dedicados al narcomenudeo, a las extorsiones y al cobro de piso. No es un secreto, es una realidad.
La noche del 29 de mayo, en Los Lavaderos, se registró una balacera: dos muertos y cinco heridos, más de 40 disparos de armas de grueso calibre. Un ataque directo relacionado con narcomenudeo, dijeron las autoridades. Prometieron actuar.
Apenas el fin de semana pasado, otra balacera, esta vez en el Mercado Hidalgo, volvió a sembrar el terror entre comerciantes y ciudadanos. El miedo ya no es una percepción: es rutina.
Llevan semanas anunciando que «ahora sí» habrá operativos, que vienen acciones contundentes.
Se insiste en que hay plena coordinación entre los mandos de los tres niveles, que se conoce a los grupos de delincuentes, que están perfectamente ubicados. Que incluso ya saben cómo se llaman… y hasta a qué hora van por el pan.
¿Y entonces, qué falta?, ¿voluntad?
Mientras las autoridades se deciden, los mercados siguen en manos del crimen, perfectamente organizado y mejor coordinado. @noticiasreportero