Por: Jesús Ramos
Barbosa se trepó desde hace días en el carrusel de medios locales con el propósito de destacar los logros de su gobierno que para los entrevistadores a modo son muchos, pero que siendo honestos resulta atrevido incluso decir pocos.
Repetir lo mismo con unos y otros no creo que sea de gran interés para las audiencias y lectores, aunque sí un ejercicio maravilloso de autoengaño tanto para los comunicadores como para el propio mandatario.
Mi muy estimado periodista Ricardo Morales pudo obtener un buen dato en su turno de entrevista que bien vale la pena analizar. Eduardo Rivera Pérez no es su candidato a la gubernatura, dijo el Señor del bastón, sólo su amigo.
Por supuesto que es su candidato, las huellas del bastón que dejó su gobierno a la hora de volcarse a favor del panista en la elección del 2021 y en contra de Claudia Rivera Vivanco están consignadas en la memoria histórica de Puebla y en la carpeta informativa de Palacio Nacional.
La manera sumisa como Lalo Rivera conduce su gobierno apegado al criterio político y administrativo de Barbosa no hacen más que rubricar su complicidad.
Faltó a la verdad, lo supo el periodista y lo sabe el mandatario, se trata de una intentona de desmarque que en lo honesto no compran ni los propios políticos del PAN, Morena y tampoco el Presidente de la República.
De hecho, fue error del mandatario entregar la capital poblana al Yunque y a Acción Nacional, en vez de conservarla para Morena, lo que aumentó el enojo de López Obrador contra Barbosa y el ala radical de Morena.
El odio del Presidente de la República hacia los conservadores es mediático, pero también real, y que el gobernador haya optado por dar la ciudad de Puebla a Lalo Rivera y a los yunquistas, contra los intereses de la 4T no ha sido perdonado ni olvidado por el Mesías hasta donde nos revelan.
En política los amigos son de mentiras y los enemigos de verdad, se sabe. ¿Un político profesional como Barbosa considerará amigo al político que el Yunque envió a prepararse a Europa? Está de más la respuesta.
El vínculo del gobernador y el alcalde de Puebla fue construido con intereses políticos futuros y administrativos, no amistosos, y son verificables en las acciones municipales que no puede concretar Lalo sin el consentimiento de Barbosa, como la concesión de la publicidad externa, o lo que puede atreverse a realizar aun violando la Constitución, como el DAP.
Paradógicamente los amigos del gobernador en los momentos más aciagos se han convertido en sus enemigos y sus enemigos en amigos, una crítica, un no, una corrección, una sugerencia, una opinión de lo correcto, son motivo suficiente para convertirse en enemigo suyo.
Eduardo es un alcalde sin carácter, lo demostró con Moreno Valle, y lo está demostrando otra vez, si su actitud continúa siendo mansa y sumisa de aquí al 2024 será candidato de Barbosa, como lo es hoy, si se niega a uno de sus caprichos y excesos al demonio él y los acuerdos. @DiarioReporter