Por: Jesús Ramos
A nadie le gusta perder. Y a los poderosos menos que a un ciudadano de a pie. La razón es sencilla, ellos determinan con sus decisiones el destino de miles o millones de personas para bien o para mal.
En el caso de la Udlap me parece que Barbosa lo hizo para mal. Tan fue así, que por siete largos meses impidió el ingreso de estudiantes, académicos, administrativos y personal de servicio al campus universitario.
Bloqueó la enseñanza aprendizaje a 10 mil jóvenes. Obligó a miles de ellos a emigrar a otras sedes de estudio. Ese es un delito que atenta contra Puebla, el país y la humanidad. Ha sido más dañino el mandatario estatal que la pandemia en sí.
Y si abundamos en daño colateral, sus decisiones también han afectado la economía del comercio que gira en torno a la universidad y de los arrendatarios de San Andrés y San Pedro Cholula.
Las revelaciones de la revista Proceso, las tendencias en redes sociales, la participación de personajes famosos e intelectuales endurecieron la crisis del gobierno y la Udlap, orquestada desde las sombras del poder por la dupla Barbosa-Gil Zuarth, pero algo no está del todo claro.
O dicho de otra manera, algo huele a chicanada y el olor proviene del exhorto emitido por la jueza de control Magally Escamilla, pues si los jóvenes regresan a clases como el poder judicial lo sugiere encontrarán dos rectores en la universidad, Celia Anaya y Armando Ríos.
La batalla que la sociedad y los universitarios libraron en las últimas 72 horas desató una crisis de los mil demonios contra Barbosa y el gobierno poblano. Pero eso no significa que los dejará en paz.
En el parte de guerra tendremos que incluir que aunque la prensa oficialista puso el pecho a las balas y se tiró al vacío envuelta en la bandera del gobernador, la crisis mediática y de credibilidad los superó porque no lograron convencer a la comunidad universitaria de la inocencia de Barbosa.
El reportaje de Proceso deja claro que en la disputa por los 720 millones de dólares y el paquete de enseres adicionales, las víctimas siguen siendo los alumnos, académicos y trabajadores de la Udlap.
Todavía en la mañanera del lunes el gobernante negó ser el autor intelectual del conflicto, sin embargo, por haber contratado a Gil Zuarth como lo expone Proceso e imponer a Ríos Piter, ni falta hace que lo acepte.
Este pleito no termina aquí, ni con la apertura del campus de la UDLAP, el mandatario ahora llevará las hostilidades adentro de la universidad y lo mantendrá en los tribunales. Este Señor es más dañino que la pandemia.@DiarioReporter