Por Alberto Pacheco
A raíz del famoso documental de Netflix “El Estafador de Tinder” comenzaron a ser exhibidos un sinfín de hombres alrededor del mundo, hombres a los que sus matches (mujeres), señalaron de ser también, unos estafadores.
Y México no podía ser la excepción, a través de las distintas redes sociales, muchas mujeres, comenzaron a exhibir públicamente a los hombres con quienes, en muchos casos, sostuvieron relaciones sentimentales.
Contaron historias, publicaron mensajes, fotos, entre muchas otras “evidencias” con el objetivo, según ellas, no caiga ni una mujer más en las garras de estos delincuentes.
Si bien, no se trata de revictimizar ni reivindicar el papel de uno u otro, cabe mencionar que, quienes más estafas sufren por parte de un match, no son las mujeres, sino los hombres, pero, la valoración que se hace en cada caso es radicalmente distinta.
Un caso muy conocido en Europa, pero que, por tratarse de un hombre no pasó de una mera nota periodística, fue el de un alemán de 26 años de la ciudad de Augsburgo, quien después de que tuvo un match con una mujer y comenzó una intensa ciber amistad, fue persuadido por ella, para invertir 100 mil euros en criptomonedas, a lo que acto seguido, ella desapareció sin dejar rastro y con el hombre en cuestión arruinado económica y emocionalmente.
Se rumora que esta mujer ha cometido estafas por más de 25 millones de euros, aprovechando las bondades que las inversiones en criptomonedas ofrecen, tales como el anonimato y lo complejo por no decir imposible, que es rastrear el dinero y faltaba más, su “supuesto atractivo físico”.
En México es preciso también, recordar los casos de las llamadas “goteras VIP” de Tinder, que operan mediante mujeres atractivas, que a través de Tinder, embaucan a sus víctimas para salir y en determinado momento que los hombres se descuidan, utilizando gotas para los ojos, los duermen para robarles todo lo que esté al alcance, algo que, aunque ya era habitual, solo tomó notoriedad hasta que hubo víctimas mortales, pues muchos hombres no denuncian por temor a ser ridiculizados.
Durante 2019, de acuerdo al secretariado ejecutivo del sistema nacional de seguridad pública, se registraron hasta 6 mil casos mensuales de fraude “romántico”, de los cuales, el 70% de las víctimas fueron hombres y en más del 80% del total de los casos, fueron denunciados los delitos de robo y lesiones.
En Reino Unido, de acuerdo a Action Fraud, se denunciaron 7500 estafas “románticas” en 2021, de las cuales, casi 6 mil víctimas fueron hombres.
Dentro de las estafas más comunes, aunque no necesariamente están tipificadas bajo ninguna forma de delito son: aquellas en la que las mujeres pretenden tener el interés de conocer hombres, pero salen con ellos, exclusivamente para comer, beber u obtener obsequios y posteriormente desaparecer por completo, es decir, que solo utilizan a sus matches, para financiar desde pequeños, hasta lujos mayores.
También está la estrategia de la lástima, en la que las mujeres, después de establecer conversaciones sólidas y se ganan la empatía del hombre, comienzan a hablar de problemas para solventar gastos básicos como la renta o alimentación de ella y sus “hijos o padres enfermos”, con lo cual, le solicitan a sus matches, les apoyen con pequeños préstamos que por supuesto, jamás devuelven, método que por supuesto, también utilizan muchos hombres para estafar.
Por último, también de las estafas más comunes que, si bien no es un delito en absoluto, se le puede considerar una especie de fraude, es aquella en que las personas utilizan las plataformas de citas con un mero fin comercial, algo que incluso se ha ironizado bastante a través de memes en internet, como cuando sales con alguien, solo para darte cuenta que la cita se desarrollará en una reunión de Royal Prestige o Herbalife.
Cabe destacar que, de acuerdo a las autoridades, la cantidad de fraudes puede ser muchísimo mayor, ya que la gran mayoría de personas no se atreverán jamás a denunciar debido al temor de ser exhibidos y la animadversión y/o tabú que representa aceptar que “nos enamoramos por internet”.
Y no se trata de decir que los hombres o las mujeres son peores, sino visibilizar que la violencia y cualquier flagelo son fenómenos bidireccionales, es decir, suceden de hombres hacia las mujeres y de las mujeres hacia los hombres, y no tenemos bajo ninguna circunstancia que generalizar o abrir los ojos únicamente ante las conveniencias que impone el mass media o las agendas ideológicas.
Hoy en día, prácticamente todos conocemos a parejas que nacieron de un match en Tinder, yo soy un caso de esos y tampoco se trata de decir que estas plataformas son un peligro, porque no lo son; la plataforma es solo un medio de contacto y lo que sucede después del mismo, es responsabilidad netamente de cada uno de nosotros.
Yo soy un férreo defensor de Tinder, porque no solo he tenido relaciones de pareja excepcionales que nacieron de un match, sino que también, he encontrado a muchas personas muy valiosas que, al día de hoy, son mis amigos y amigas a los que quiero mucho de corazón y que mi vida no sería la misma sin ellas.
Generar entornos reales o virtuales seguros, es una responsabilidad compartida y es algo que se construye día a día. No satanicemos a Tinder ni a ninguna plataforma de citas, sencillamente, debemos apelar a nuestros valores fundamentales, para que cada interacción que tengamos sea una experiencia positiva, más allá de que funcione o no y, definitivamente, incentivar la cultura de la denuncia ante cualquier situación de peligro y/o estafa.
Los estafadores y estafadoras no son inherentes de las apps, son directamente proporcionales a nuestra buena fe combinada con ingenuidad.
No más estafadores de Tinder, pero tampoco, más ESTAFADORAS…
Nos vemos cuando nos leamos. @DiarioReporter