Por Fernanda Rocha
Si para crear hábitos se necesitan hasta 66 días, dicen los expertos, y a partir de ahí encaminarse para trabajar y ver resultados ¿cuánto tiempo más necesitará el gobierno municipal de Puebla para crearse el hábito de trabajar y comenzar a atender, al menos, uno de los principales problemas de la ciudad, la inseguridad?
Este 10 de octubre, el alcalde Eduardo Rivera presentará su primer informe de gobierno en donde los resultados no son alentadores, pero cómo esperar algo diferente si entre 2011 y 2014, durante su primera gestión como edil, no marcó diferencia.
Durante este primer año a Lalo Rivera lo hemos visto como pintor de paredes y calles, rehabilitando canchas, cubriendo baches, como deportista, inaugurando gimnasios al aire libre y hasta de volantero, excepto para lo que fue electo: como alcalde de Puebla.
Si presumirá la entrega de parques bonitos (no lo digo yo, lo afirma él en su propaganda), calles pavimentadas e iluminadas (claramente no en el Centro Histórico), haber impulsado la economía y el turismo, por supuesto que espero un poco de honestidad y que reconozca que el tema de seguridad se le ha salido de las manos. Es más, ni siquiera se ha preocupado y mucho menos ocupado por tener una estrategia, prueba de esto es el incremento en cifras de feminicidio, homicidio, asaltos a negocios, a transporte público, a transeúntes y a cuentahabientes que a diario padecemos.
Vámonos con datos oficiales, según la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) publicada por el Inegi, en marzo pasado el 75.8% de los habitantes dijo tener percepción de inseguridad en la ciudad de Puebla, al corte de junio pasado, el porcentaje pasó a 87.1%; es decir, aumentó 11.3% en tres meses y -hasta el día de hoy- no se ve ni plan “a” o “b” para el combate. Contrario a los delincuentes, que con o sin un plan cumplen su cometido: someter a la población.
Rivera llegó prometiendo corregir el rumbo y ¡qué difícil ha de ser corregir algo que no se tiene claro! Al menos en términos de la ciudad, porque aquí lo paradójico es que mientras la percepción de inseguridad crece entre las y los poblanos, da la impresión de que el edil solo trabaja para aumentar su propia seguridad, con el único objetivo de aspirar a la gubernatura de Puebla en 2024.
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