Por Alberto Pacheco
México es un país que independientemente de quienes gobiernen en los ámbitos locales, estatales y federal, se tiene de manera estructural, un desprecio enorme por la educación y la capacidad productiva de los ciudadanos.
Porque independientemente de los grandilocuentes discursos políticos sobre invertir en educación y el talento de los ciudadanos, la realidad es que, ni para uno ni para otro. Porque sencillamente ese binomio concatenado desde su propia naturaleza (para producir más y mejor hay que estar mejor educado) es la última de las prioridades de nuestros gobernantes.
Y cómo no iba a ser de esa forma sí, a mayor educación, menor corrupción y a mayor productividad, menor control del gobierno, porque se genera una mayor libertad económica ajena a subvenciones y/o programas clientelares de los que son adictos los gobiernos.
Emprender en México tiene 2 alternativas viables, una, es pertenecer a ese ínfimo grupo social con recursos suficientes, para que desde la estirpe familiar se impulse el talento de los miembros más jóvenes y el segundo, que después de dar varios o muchos de los mejores años de tu vida productiva a alguna empresa (con una formación profesional destacada), tengas los recursos suficientes para emprender ese sueño que, seguramente habías venido reservando desde muy joven.
El anterior escenario aparte de ser privativo, expone la realidad del ecosistema creativo y emprendedor en México, puesto que las fuentes de riqueza y acceso al capital no se han democratizado y están al alcance de muy pocas personas.
Para exponerlo de manera más clara, les voy a contar una historia de la vida real, la historia de Kevin, un joven de 23 años egresado de la BUAP de la carrera de Administración de Empresas, hijo de una enfermera y un padre al que poco ha visto a lo largo de su vida.
Un joven que desde los 15 años comenzó a trabajar en empleos de medio tiempo, desde autoservicios, hasta finalmente trabajar en una empresa de entretenimiento.
Kevin cursó su carrera entre seminarios y conferencias adónde escuchaba esas grades historias de éxito, de superación, de otros jóvenes que con un puñado de sueños se atrevían a convertirlos en una realidad.
Kevin estaba convencido de que él podría ser uno de ellos y que, dentro de un tiempo, estaría de igual forma, dando conferencia motivacionales a otros jóvenes que como él, sueñan en grande.
Después de varios años estudiando y trabajando en esa empresa de entretenimiento, no solo se apasionó con el mundo del entretenimiento (conciertos, festivales, ferias etc.) sino que identificó áreas de oportunidad, mejora y diversificación.
Aunque su salario era realmente precario, agradece infinitamente que su jefe, en un acto imprevisto de generosidad, se lo llevó de ayudante a un evento en Canadá, adonde faltaba más, Kevin se hizo amigo de otros jóvenes que al igual que él, colaboraban en empresas del mundo del entretenimiento.
Una vez en México, Kevin y sus amigos canadienses crearon un grupo de whatsapp adónde se comparten ideas, experiencias, videos y mucho material sobre el mundo del entretenimiento y sus innovaciones.
El final de su licenciatura se acercaba y Kevin estaba listo no solo para egresar, sino que había acumulado la suficiente experiencia para emprender por sí mismo su propia empresa, con el valor agregado que le dio su innata creatividad, curiosidad, pasión por el entretenimiento y experiencia ganada.
A estas alturas, Kevin ya tenía un plan de negocios exquisito, con 3 escenarios, análisis de riesgos detallado y todos los indicadores y métricas pertinentes que garantizaban la viabilidad de su proyecto.
Sin renunciar a su trabajo, Kevin se dedicó a buscar alternativas de financiamiento, requiere la cantidad de 350 mil pesos, una cantidad irrisoria, comparada con el potencial que guarda su proyecto.
Comenzó yendo banco por banco, adónde no solo recibió malos e indiferentes tratos, sino que, a lo mucho, le llegaron a ofrecer “préstamos de nómina” por el valor de 4 quincenas y claro está, con un interés que prácticamente le dejaba con menos de 1/3 de su salario.
Posteriormente se acercó a diversas SOFOMES o comúnmente llamadas Financieras que, en una primera instancia, parecieron ser una opción asequible, pues le dijeron que ellos sí creían en él, algo que era una vulgar mentira, ya que no le ofrecieron ninguna opción real, adónde incluso tuvo que pagar una especie de membresía para posteriormente ofrecerle la irrisoria cantidad de 20 mil pesos, con un costo anual total que de manera más que ilegal raya en el 150%.
Kevin estaba realmente decepcionado, no obstante, escuchó sobre los programas de la Secretaría de Economía del estado y del Ayuntamiento de Puebla, a lo que no dudo en acudir con la esperanza de que finalmente una puerta se le abriera.
Lastimosamente, en ambos casos encontró patraña tras patraña, pues lo único que le ofrecieron en ambas instancias, fueron sus famosísimos “kits de capacitaciones” e increíblemente, vinculaciones a las mismas SOFOMES abusivas con las que ya había tratado.
No obstante Kevin preguntó de manera ingenua tanto en la SE del Estado como del Ayuntamiento:
—¿No hay posibilidad de financiamiento directo de parte de ustedes?
—¡lo sentimos, no hay recursos, solo cursos! —le respondieron.
Kevin recién se enteró sobre los onerosos gastos obsoletos de parte de ambos gobiernos, uno gastando cantidades millonarias para darle show a la prole en el Teatro del Pueblo y el otro, dándole jugosos contratos a las empresas de sus cuates y por supuesto, elevando el gasto corriente como si no hubiera un mañana.
Hoy este brillante e innovador joven, siente asco de sus gobiernos, del sistema, de su país; el domingo fue a emitir su voto en el proceso de revocación de mandato…
¡chinguen a su madre pinche bola de rateros mentirosos! Escribió en la boleta…
Y yo me pregunto, ¿Adónde jugarán los niños? ¿Adónde se irá a morir nuestro talento?
Que muera el talento, para que el gobierno viva por siempre…¡Viva México! @DiarioReporter