Por Raúl Hermosillo Carmona
El escándalo de la “Casa Gris” y las recientes anomalías en el gasto público detectadas por la Auditoría Superior de la Federación, han despertado nuevamente el debate —y las dudas— sobre la pertinencia de participar o no, en la consulta de revocación de mandato.
Ladino como es, el mismo presidente ha generado nuevos incentivos al ofrecer que, en caso de que la mayoría vote por que termine su mandato anticipadamente, se iría, incluso si el resultado no fuera vinculatorio, es decir, aunque no se alcance el 40% de participación del padrón, que exige la ley.
Tentador, sin duda. Pero, evidentemente, es una trampa. No nos hagamos tontos por favor. Nadie se organiza su propio mitin de apoyo para que los asistentes te abucheen y te agarren a huevazos. Si el presidente quiere que mucha gente participe en su consulta, es por que tiene bien preparado el teatrito. ¿Cómo?
En primer lugar, porque se aseguró de que solo se instalara un tercio de las casillas que exige la ley. No olvidemos que el presidente le negó los recursos necesarios al INE para organizar la consulta como debe ser. Esto, de entrada, va a limitar la participación.
En segundo lugar, porque logró torcer el sentido original de la consulta al modificar la pregunta que se va a hacer. Ya no únicamente se va a preguntar si se quiere revocar el mandato del presidente por pérdida de confianza, sino también si se quiere que “siga en su puesto hasta que concluya su mandato”.
Ante esta artimaña, la oposición promovió una controversia constitucional para impedir que se incluyera la noción de “ratificación” en la pregunta. De hecho, 7 ministras y ministros, de los 11 que integran el pleno de la Suprema Corte, votaron a favor de eliminarla.
Pero, 3 ministros, que casualmente son los que ha propuesto López Obrador (Yasmín Esquivel Mossa, Loretta Ortiz Ahlf, Juan Luis González Alcántara Carrancá), más el propio ministro presidente, Arturo Saldivar, alineado a la 4T, votaron por dejar la pregunta como la pidió el presidente.
Muchos no lo saben, pero, aunque parezca increíble, en la Corte se requieren 8 votos para tener mayoría. Así que López Obrador se salió con la suya y logró convertir un ejercicio democrático de revocación de mandato, en un vulgar ejercicio propagandístico.
Y, en tercer lugar, porque de ninguna manera va a aceptar un resultado adverso. Este presidente nunca, nunca, nunca aceptaría una derrota electoral, y menos cantada por el INE —que es el organizador de la consulta. Todos sabemos que uno de los principales objetivos de este gobierno es desaparecer al árbitro para poder controlar los resultados electorales en 2024.
Por eso insisto, todo este teatro es una farsa para mantenerse en campaña ante la falta de resultados y, ahora, ante los escándalos de corrupción. Como la gente ya comenzó a dudar, necesitan una supuesta “consulta” para decir “el pueblo” le sigue teniendo confianza.
Tanto necesitan la consulta que tuvieron que hacer trampa para reunir las casi 3 millones de firmas necesarias para que se realizara. Le inventaron a la gente que la “mafia del poder” quería quitar al presidente y que había que votar para que siguiera en su cargo. Metieron firmas de personas muertas, duplicadas y de muchas personas que no dieron su consentimiento para que usaran su INE.
Se supone que la figura de revocación de mandato es una forma de democracia directa diseñada para que sean los ciudadanos inconformes los que soliciten una consulta. Por eso, es una aberración populista que el propio presidente sea el que promueva esta consulta, sobre todo teniendo una aprobación que ronda el 60%.
Pero, aún suponiendo que tuviera una aprobación del 20 o 30%, que de alguna forma justificaría ir a votar y tratar de sacarlo de una buena vez para que deje de arruinar al país, de todas formas, sería un desastre prestarse a este juego perverso.
¿Por qué? Porque, en el caso remoto de que el presidente aceptara un resultado desfavorable, sería el Congreso, controlado por Morena y aliados, es decir por AMLO, el que designaría al interino, es decir, a un títere del mismo López Obrador.
Que no nos quede duda, participar en la consulta es hacerle el caldo gordo al presidente. Lo mejor es dejarlo que haga su fiesta solo con sus “cuates” chairos, para que sienta el rigor del rechazo de la mayoría, a prestarse en una más de sus trampas. @DiarioReporter