Por Xavier Gutiérrez
En algún sentido todos hemos sido o somos migrantes.
Desde hace más de 200 mil años que el hombre emigró de África.
En algunas naciones hubo un enorme crecimiento demográfico, o guerras, o persecuciones, que originaron que la gente saliera de su país a otros vecinos o cercanos.
Hoy en día Europa y Asia acogen a la mayor cantidad de migrantes del mundo.
Le sigue Norteamérica, básicamente Estados Unidos y Canadá.
Entre México y Estados Unidos está el corredor migratorio más intenso del mundo.
Ante ello, la fórmula que plantea el gobierno mexicano no me parece fuera de lugar: invertir, sobre todo en Centroamérica, para arraigar a la gente, darle un ingreso para que no emigre.
Estados Unidos, como el país más rico de la región y el que está en la mira de todos los migrantes, tendría que encabezar un programa serio y profundo al respecto.
Seguir el viejo proverbio chino: en lugar de matar al mosco, seca el pantano.
Nuestro país siempre ha sido zona de paso de los emigrantes de Centroamérica. Pero hoy, el volumen de centroamericanos con destino a Estados Unidos ha alcanzado cifras jamás vistas.
A ese número se añaden personas que proceden del Caribe, de Asia, de África, de Sudamérica y Europa y esto le crea a México un problema de proporciones extraordinarias.
Ya no sólo es el paso de migrantes, sino el tráfico ilegal de personas, y su condición de víctimas de toda clase de delitos.
Internamente en el país, el conflicto tiene otras caras.
Cruzan caravanas de personas empobrecidas expuestas a todo, demandan comida y servicios temporales, techo y transporte.
Luego se asientan en la frontera formando pequeñas ciudades en un mar de miseria, falta de alimentos, carencia de higiene y con la esperanza y la vida pendiente de un hilo.
Estas colonias de miles de migrantes, consecuentemente, crean malestar entre los mexicanos que ahí residen, que de suyo ya tienen problemas de agua y servicios.
Por todo esto, este conflicto, característico de nuestro tiempo, de un mundo en crisis, requiere de la suma de todos los gobiernos, todos, para atacarlo de fondo, con imaginación y recursos aplicados honestamente.
El remedio tendrá que ser en su origen, de otro modo, con medidas represivas o momentáneas, se estará aplicando una aspirina a un enfermo de cáncer en condiciones muy graves. @DiarioReporter