Por Jesús Ramos
Biestro no fue la única víctima de La Maldición del Congreso del Estado para ser alcalde de Puebla. Echando la vista 35 años atrás notarán que el Legislativo ha salado a quienes pretendieron usarlo de catapulta.
Es de dominio público que Laura Artemisa fue puesta en la posición de lideresa parlamentaria local para romper esa maldición en el 2027, propósito que por desgracia arruina al qué desde ahí lo intenta.
Si se toma la molestia de revisar desde Marco Antonio Rojas en los 90´s hasta Pepe Chedraui en la actualidad confirmará que panistas, priistas y morenistas fueron alcaldes de la Angelópolis, pero desde otros peldaños políticos y sociales.
¿Por qué ha ocurrido eso? Biestro gastó millones y millones de pesos en asesorías y proyección mediática, pero fracasó. De nada le sirvieron los empujones que le dio el difundo Barbosa en eventos oficiales.
La Maldición lo condujo al final al abismo. A Artemisa parece esperarle un destino similar, se proyecta desde la misma vitrina, con los mismos millones, usa la misma fórmula, asiste a los grandes eventos de gobierno, y nomás nada.
Sin considerar lo paranormal, la explicación pudiera ser que el Congreso del Estado carece de las características necesarias para que el nombre de un político se incruste en los marcos conceptuales de la gente.
Es decir, para que el elector le retenga en sus recuerdos y estructuras mentales cuando le mencionan o le preguntan por él o ella. Poco importa a un ciudadano el nombre, apellido y desempeño de un diputado si no le resuelve sus necesidades cotidianas.
La Maldición del Congreso del Estado reside en su edificio viejo y nuevo, ahí está. Han fallado en sus intentos quiénes desde él han querido ser ediles. Rafa Cañedo, Hinojosa, Marín, Luis Paredes, Enrique Doger, Blanca Alcalá, Lalo Rivera, Adán, Tony Gali, Bank y Claudia Rivera lo lograron de otra manera. @noticiasreportero