Por: Jesús Ramos
En tiempos de campaña, Eduardo Rivera Pérez y Luis Miguel Barbosa, hicieron promesas que encendieron la llama de la esperanza de un estado y una ciudad mejor, más tranquila y en paz, la promesa de la seguridad fue la más anhelada por el poblano.
Pensaron que con ellos como autoridad podrían salir a la calle sin el miedo de regresar o no a casa. Y lo vieron así, porque ambos políticos juraron y perjuraron disminuir la criminalidad echando a andar ideas suyas colmadas de estrategias, innovaciones y tecnologías eficaces.
Nada de eso ha ocurrido. Y ni visos hay de que pueda suceder. La promesa se olvidó. Pero lo que es peor, ya ni siquiera está en la agenda mediática ni en la narrativa primordial del gobernador y del alcalde de Puebla.
Prefieren hablar de otras cosas para evitar que la seguridad domine su agenda diaria. Imposible que Barbosa pudiera evadir el linchamiento de Daniel Picazo en Huauchinango e imposible que Rivera Pérez callara ante el asesinato de Cecilia Monzón, los dos opinaron al respecto.
Lalo se ha enfocado en solicitar préstamos bancarios, estrenar vehículos de lujo y en idear formas de sacarle dinero a la gente, ahí están los parquímetros y las prostitutas. Y Barbosa en dar conferencias de prensa matutinas desde la comodidad de un sillón.
Hay que decirlo como es. Renunciaron a combatir la delincuencia. Entregaron la plaza a los criminales. Las estadísticas de inseguridad tocan las nubes en homicidios dolosos en el estado y están en situación de emergencia en la ciudad que gobierna el PAN y Eduardo Rivera.
No hay tal combate frontal a la inseguridad, lo que permea es la impunidad, combustible que hace pensar a los delincuentes que tienen todo el chance de asesinar, robar y delinquir sin recibir castigo.
El discurso de nadie por encima de la ley y de ningún delito queda impune es grandioso y matraquero, pero la realidad es completamente distinta. Expertos en seguridad lo dicen, la delincuencia se alimenta de la impunidad, por eso crece y se desborda.
Las expectativas que la gente esperaba de ambos políticos en materia de seguridad no se cumplieron. No estamos tranquilos ni en paz. Decepcionaron. No es que se hayan quedado cortos, es que la seguridad no es prioridad para ellos, tampoco lo visualizan de fracaso porque no está en su agenda de logros.
Eduardo Rivera se ha enfocado en solicitar una línea de crédito de 160 millones de pesos para obra pública en colonias, cuando el caso de Cecilia Monzón evidenció que las ventanas ciudadanas de la ciudad no funcionan por falta de mantenimiento y reposición. No le preocupa invertir en vigilancia.
Ayer denunciaron desapariciones de personas en Tecamachalco y San Martín Texmelucan, cabeza humana en la zona de Izúcar de Matamoros, asesinados en Tehuacán y feminicidio en la Romero Vargas. Todos los días es lo mismo.
Rivera Pérez y el gobernador Barbosa hace tiempo que soltaron el tema de la seguridad que prometieron, no está en su narrativa diaria ni en el combate frontal a este flagelo, sus prioridades son otros asuntos, importantes para ellos, no tanto para nosotros. @DiarioReporter