Por Raúl Hermosillo Carmona
A raíz de la trágica muerte de sus hijos, al rey Jaehaerys Targaryen se le complica la sucesión. 14 “aspirantes” amenazan con reclamar su derecho a ocupar el trono de hierro. Pero realmente solo dos han sido considerados por el rey: la princesa Rhaenys Targaryen, hija mayor del rey, y el príncipe Viserys Targaryen, sobrino del rey.
Para evitar una gran división, el viejo rey decide convocar a más de mil lores a un Gran Consejo para “elegir” a su heredero. Siguiendo la tradición, los lores “escogen” al candidato varón, como el nuevo príncipe de Dragonstone.
No obstante, todos saben que el gran “elector” ha sido el rey y que si los convocó fue para “legitimar” a su futuro sucesor y evitar una guerra. Porque, en el fondo— y ese es el mensaje a resaltar— el viejo rey sabe que lo único que puede derrumbar a la Casa del Dragón es ella misma. Y que, en su ausencia, la caída será inevitable. A esa guerra fratricida se le conocerá como la Danza de los Dragones.
Esta es la trama de la aclamada serie de televisión La Casa del Dragón. La historia de la división y caída del reinado de los Targaryen, 200 años antes de los hechos narrados en la famosa serie Juego de Tronos.
¿Por qué les platico todo esto? Porque la serie retrata magistralmente lo que ha ocurrido a lo largo de la historia de todas las dinastías e imperios, monárquicos y tiránicos, que han existido: la guerra y la traición fratricida como elementos comunes en la lucha por el poder absoluto.
Toda proporción guardada, aquí también estamos viviendo nuestro propio juego de tronos: López Obrador es un aspirante a dictador que añora la época del país de un solo hombre. Pero como hasta para hacer el mal ha demostrado ser un incapaz, ahora que la vía de la reelección está prácticamente cerrada, solo le queda tratar de heredar su remedo de “imperio” a su hijo Andy. Pero sabe que hay otros que reclaman su derecho a aspirar al “trono” y que, literalmente, lo han obligado a “abrir” el proceso de sucesión.
Por eso tuvo que inventar todo un esquema para cumplir con el ritual de selección de quien lo sucederá en la silla presidencial, abriendo el juego lo suficiente como para simular una “competencia” interna que “legitime” al ganador, pero manteniendo el control de tal manera que la decisión final recaiga en él y solo en él.
En otras palabras, ha preferido adelantar el proceso de selección y violentar el marco legal —que él mismo propuso hace años para emparejar la competencia electoral cuando era oposición— con tal de evitar una guerra al interior de su partido y de su gobierno que lo lleve a perder la elección de 2024.
Y lo ha hecho porque sabe perfectamente que, al menos por ahora, lo único que puede destruir a la 4T es … la propia 4T. Es decir, la mayor amenaza al obradorato hoy, son las mismas hordas y orcos peje zombis comandados por quienes tienen el control de uno o varios “dragones”, es decir, de uno o varios grupos de interés con mucho poder (económico, político, social o militar).
Esa es la tragedia sucesoria que vive López Obrador: ha destruido tantas instituciones y ha desactivado tantos contrapesos tratando de concentrar todo el poder que, para lograrlo, ha tenido que tejer alianzas con los que ahora lo amenazan con hacer implosionar el proceso sucesorio justo cuando no hay un solo buen resultado de gobierno.
La pregunta obligada es: ¿podrá mantener el control del proceso de selección que es, a todas luces, una gran simulación, una gran farsa para ganar tiempo y evitar una guerra fratricida? La historia demuestra que, lo más probables es que no.
Pero, supongamos que logra llegar en unidad a la elección del 24, la siguiente pregunta sería: ¿podrá, una vez fuera del poder, evitar una guerra fratricida y encaminar a su hijo Andy a la presidencia? De nuevo, la historia demuestra que lo más probables es que no.
Cuando lo que está en juego es el poder absoluto, el que gana no es el que tiene más dragones a su disposición, sino el que queda en pie después de que los grandes rivales se despedazan en la batalla. Y no olvidemos que a la Casa Targaryen le tomó 200 años recuperar el poder (aunque solo fuera para perderlo nuevamente por la ambición y la soberbia de Daenerys).
Lo que quiero decir es que, muy probablemente estamos a punto de presenciar la Danza de los Dragones… de la 4T. @DiarioReporter