Por: Jesús Ramos
Vivimos en un mundo de cínicos ja, ja, ja, en el que satanizan que un tal Armenta cabalgó por las praderas poblanas en su brioso corcel y se echó una barbacoa fenomenal con amigos suyos de apellido Morales como si eso fuera un gran pecado, una falta a la moral.
Las tortillas de mano y el pulque estuvieron de rechupete según nos cuentan. De envidia para los que no fueron invitados ja, ja.
Por esa convivencia, políticos profesionales asustan con el petate del muerto a la prensa. Se vomitan. Califican de error la comilona. Y las redacciones poblanas entran en pánico por minucias. ¿Pues qué edad tienen? ¿En qué mundo viven?
Seamos honestos. Hablemos en plata.
Conocemos políticos de Morena que son socios de Gil Zuarth, meñique de Calderón, enemigo odiado por AMLO. Y políticos morenistas que en la campaña local pasada se asociaron con El Yunque y el PAN para ganar la capital poblana sin reparar en traiciones.
Eduardo Rivera Pérez es presidente municipal porque la gente le adora. ¡Por Dios! Las auténticas razones de su triunfo la saben los panistas, periodistas y también la Presidencia de la República.
Y de eso no se asustan los políticos profesionales de aquí a la vuelta. Las redacciones a sueldo no ponen el grito en el cielo, ja, ja, ja. Tampoco echan las tripas de asco. Ahí resisten las náuseas y se tragan el vómito.
Vivimos en un mundo de cínicos donde poderosos en turno operan electoral, política y legislativamente con personajes del PRI, PAN, PRD, Verde, PT, MC y otros partidos chiquitos sin militar en ninguno de ellos.
Hacen enjuagues. Construyen acuerdos. Aprueban decretos, leyes e iniciativas en las cámaras. Invaden poderes. ¿Pues qué edad tienen los que se asustan? Eso es política. Es la realidad.
Ja, ja, ja, ja, ja, ja. Los políticos hacen política. Tragan lo que tengan qué tragar con cara sonriente. Y el poderoso alza la falda de los partidos para meter la mano hasta donde las dirigencias lo permiten, ups. Pero qué barbaridad. Qué grosería es esa, ja, ja, ja.
Dominemos el susto. Controlemos nuestras emociones. En Puebla identificamos partidos que no se ruborizan ni se asquean ni les dan náuseas porque esas cosas pasen con tal de congraciarse con el poder. ¿Nombres? Por sus acciones los conoceréis.
De risa la crucifixión del tal Armenta y la satanización de los Morales. Un político profesional hace alianzas, construye acuerdos con los que se dejan y convienen a sus intereses, ambiciones y proyectos futuros.
Y lo mismo ocurre con los poderosos en turno. Se meten al lodo, a las cañerías, debajo de la mesa, detrás de los telones. Hacen cosas espantosas. Cometen atrocidades en nombre de la gobernanza y el estado de derecho. Traicionan. Seamos honestos. Hablemos en plata. ¿Qué edad tienen? @DiarioReporter