Por Alberto Pacheco
Esta semana se suscitó un acontecimiento, que si bien, es realmente habitual en los servidores públicos, tomó fuerza, debido a la viralización del mismo; la desastrosa rueda de prensa en la que el diputado federal por el distrito 7, Raymundo Atanacio, intentó explicar la miscelánea fiscal 2022 y en la que no solo, no lo logró, sino que quedó exhibida, su profunda ignorancia sobre el tema.
Sin embargo, lo anterior sería poco relevante, de no ser, porque como diputado, votó la aprobación de la misma, es decir, votó por algo que ni siquiera entiende, sin importarle las implicaciones que tiene su decisión.
Quizás, nos hagamos la pregunta de la metáfora de la vaca en el tejado ¿Cómo es posible, que semejante animal haya llegado tan lejos? Y es que, nuestro fustigado personaje, no solo evidenció la terrible realidad de nuestro sistema político, sino también de nuestra sociedad y los estándares tan bajos que tenemos a la hora de elegir a nuestros representantes.
Sin querer, Ray (como le dicen los amigos) dejó en claro, que no es sino el servilismo, las relaciones clientelares, la obediencia al régimen en turno y de contar con un buen padrino, lo que encumbra a la gran mayoría de miembros de nuestro sistema político.
Un sistema que desprecia profundamente a la educación, a la ciencia, a la razón, un sistema que no admite el mérito basado en competencias, sino que se alimenta de la ignorancia sistemática de un pueblo y las relaciones clientelares de quienes lo controlan, para perpetuarse a sí mismos y a los suyos.
¿Qué sería de Ray Atanacio y de la gran mayoría de políticos, sí fuéramos, por ejemplo, Suecia? Seguramente jamás habrían tenido la mínima oportunidad de obtener ninguna posición política, seguramente tendrían que estar trabajando arduamente a ras de suelo o mejor aún, habrían tenido que estudiar y mucho, pero ni así, tendrían el nivel de opulencia con el que hoy viven nuestros señores del poder.
Pero la diosa fortuna les sonrió y los puso en esta tierra fértil llamada México, adónde el inteligente sufre y el ignorante es diputado, senador, gobernador o presidente, adónde la ciencia y el conocimiento son presa del desprestigio, pero el incompetente despacha desde una oficina que lo licencia para matar.
Sí, para matar, porque la incompetencia genera más muertes que cualquier enfermedad o que cualquier desastre natural.
La incompetencia entierra sueños, lapida esperanzas y sentencia el futuro.
Recuerden amigas y amigos, que cuando la ciencia está ausente de los políticos…el desastre está anunciado.
Nos vemos cuando nos leamos. @DiarioReport
Muy buena columna , lo felicito 👏👏👏👏
Pero así lo quiso la gran mayoría y ahora no nos podemos quejar.
«… el servilismo, las relaciones clientelares, la obediencia al régimen en turno y de contar con un buen padrino, lo que encumbra a la gran mayoría de miembros de nuestro sistema político» 100% de acuerdo. Pero de ahí me surge la pregunta: ¿y los electores? ¿por qué estamos permitiendo algo así? ¿será que sólo unos cuántos han tomado conciencia del poder que existe en el voto? ¿o es el abstencionismo crónico el que nos llevó a esto?