Por: Jesús Ramos
Entre gritos y sombrerazos, se dijeron lo que se tenían que decir Barbosa y el empresariado poblano. Sus rencores son tantos y tan fuertes que no los pudieron reprimir. Están divididos, no se tragan ni se toleran. Se odian.
Y razones las hay para no jalar parejo. Es un asunto de estilos y de modos. A los empresarios poblanos les disgusta el humor del Ejecutivo, sus desplantes y tono autoritario con el que se dirige a ellos.
Ninguno ofendió al otro, simplemente se dijeron sus verdades. Barbosa les reclamó que no le veneren ni se inclinen ante él. Que no le hagan caravanas ni le reverencien como lo han hecho con otros gobernantes.
Y los empresarios le echaron en cara su intromisión en la UDLAP y su falta de solidaridad para devolverles el Impuesto Sobre la Nómina que de mucho les serviría en estos tiempos tan difíciles para dinamizar al sector productivo local.
Le invitaron a la ceremonia de renovación de la Coparmex para reconciliarse con ellos. Pero no funcionó. Ninguno reprimió lo mal que se caen y la sarta de ofensas dejadas atrás. Tienen cuentas pendientes y no las van a saldar en este sexenio.
Por más que Barbosa intente ocultar su entrometido bastón en los asuntos de la Universidad de las Américas, reclamo velado que le hicieron, claro que está allí. Esa huella tan peculiar está en el campus universitario y el rastro, ese puntito plasmado en el suelo, conduce a La Marranera.
Fue extraordinario que el mandatario les arrebatara la máscara para dejarles al descubierto su verdadero rostro ideológico de derecha. Y si me apuran, de extrema derecha. Su preferencia política al panismo, que no apartidista como fingen serlo.
En qué cabeza cabe pedirles a los empresarios ayuda en situaciones de apremio como la emergencia sanitaria. Se la negaron a Barbosa, no se sumaron a su llamado cuando repartió despensas el año pasado. Y no lo hicieron, porque no está en el ADN del empresario ser generoso en la adversidad, prefiere sacarle provecho al mal de los demás.
Es lo que ha sembrado lo que cosechó Barbosa en ese intercambio de dimes y diretes, de reclamos y verdades. Mejor ser auténtico que farsante. Y el empresariado poblano, como el gobernador, fueron lo suficientemente honestos para decirse a grito pelón lo mucho que se aborrecen.
No fue tan malo. Habrá aquel que se asuste y ponga el grito en el cielo haciendo girones las vestiduras de la educación y los buenos modales. Para nada. Aplaudan. Tal vez, ambos bandos, recapaciten y entiendan que la mejor forma de reconciliarse sea hablándose a cabalidad, aunque ni se mastiquen ni se traguen. @DiarioReport
Yo estuve ahí y todo comenzó con una provocación del gobernador cuando reclamó por la falta de apoyo de los empresarios en la pandemia. La respuesta fue ¿Y los impuestos qué? ¡Sin los empleos que mantuvimos y los impuestos que pagamos el gobierno jamás habría podido enfrentar la crisis! Luego salió el reclamo de la UDLA y el de la falta de transparencia… era lo que Barbosa necesitaba, él está feliz en rincón de los madrazos.
Tienes razón en lo que afirmas «fueron lo suficientemente honestos para decirse a grito pelón lo mucho que se aborrecen», solo que los empresarios ofrecieron diálogo y respeto, mientras que el gobernador reviró con una provocación.