Por Jesús Ramos
Somos dos especies de periodistas destinados a cohabitar en el mismo ecosistema político poblano y tan importante somos nosotros como ellos, ellos lo ignoran, pero nos necesitamos para dar equilibrio a la información y marcar diferencias.
De huaraches, como yo, o calzando fino, como ellos, pertenecemos a un establishment de opinión pública y estilo de redacción con distingos marcados para bien o mal. No somos iguales, pero eso no implica que unos sean los buenos y otros los malos.
Ellos cazan en manada, como las hienas, sincronizan el ataque para sacar rédito colectivo, imposible no detectar sus movimientos, van a la yugular de la víctima en conjunto, le devoran cual carroñeros que son, capitalizan así sus bolsillos.
Su estrategia principal, vender la intriga, el chisme, lo hicieron con Barbosa coordinados por la Vélez, agredían con las mismas líneas del acordeón, sincronizaban lindo, adjetivaban igual, descalificaban asquerosamente, son sus formas y se respetan, aunque no se coincida.
Listillos los canijillos, crearon en el difunto la necesidad de contratar sicarios de la prensa que atacaran a sus enemigos políticos, destruyeran honras y honores enarbolando la bandera del gobierno más autoritario de la historia poblana.
Alimentaban la vanidad y egoísmo del tehuacanero, precioso le matraqueaban, se postraban de rodillas, resaltaban “sus logros”, le escondían lo terrible que era, sus pillerías, se autocensuraban, denigraban por él.
Con Armenta, como con Barbosa, desplegaron ya la misma estrategia, utilizan la intriga para crearle la necesidad de defenderse de aquellos que critican a Morena y ponderan su triunfo en las urnas.
Será decisión de Alejandro si les compra la intriga como se las compró el difunto y les contrata de sicarios. Distinto a aquel, este si ve, si oye, si escucha, tiene criterio, el otro no.
Si ellos existen y nosotros también es por una razón, decía Santo Tomás de Aquino que mucho aprendió de Sócrates, en nuestra disparidad se encuentra un ecosistema periodístico rico y variado, sin buenos ni malos, apenas distintos.
Sin embargo, a ellos su pasado barbosista les condena, quedaron marcados, nosotros no servimos al autoritario, le combatimos y volveríamos a guerrear si fuese necesario, ellos volverían a servir a todo aquel de vena déspota, ladrón y opresor.
En cantidad y calidad somos más nosotros que ellos, lo que ocurre es que ellos giran más recio la matraca en su estilo intrigoso y poético. @DiarioReporter
Te recuerdo, los reporteros, que nunca periodistas, giran conforme al
va y ven del orquestador de la sinfonía.
Mientras el «chismorreo» se aplique entre los miembros de la aldea, el orquestador estará satisfecho y los premiará, nada más no se metan en partituras del orquestador porque ahí sí, el orquestador se convierte en el «villano».
Se vuelven en los «puros» los intocables, los Todo Poderosos. Y los redactores?
Mirando sólo cómo paso el tiempo.