Por Raúl Hermosillo Carmona
La iniciativa del PRI para extender el plazo del ejército en las calles fue una maniobra política del presidente para matar varios pájaros de un tiro: Primero, cancelar el debate sobre el fracaso de la estrategia de militarizar la seguridad pública. Segundo, descarrilar la alianza Va por México rumbo a la elección en el Edomex. Y, tercero, perfilar la alianza PRI – Morena rumbo a la madre de todas las batallas: la reforma político electoral para controlar al INE.
El primer tiro no le salió al presidente como esperaba. Por fortuna, el llamado bloque de contención en el Senado, junto con varios morenistas que se negaron a avalar al vapor la propuesta, lograron detenerla. De hecho, hubiera sido mejor para él que la iniciativa se desechara, porque ahora, con el escándalo de Ayotzinapa, será replanteada y discutida tomando en cuenta la falsedad del argumento obradorista de que el ejército es impoluto e incorruptible.
La mejor prueba de que esta partida la perdió es, por un lado, su confesión implícita de que él es el autor intelectual de la iniciativa del PRI al afirmar que iba a esperar “que pase un tiempo, que pase un periodo y voy a volverla a presentar” (la propuesta de reforma constitucional). Y por otro, el anuncio de realizar una consulta patito (es decir, sin el INE) para saltarse al poder legislativo y militarizar a como dé lugar a la Guardia Nacional.
El segundo tiro, tampoco le salió muy bien. Es cierto que la traición de “Amlito” Moreno logró dividir al PRI y, con ello, romper la moratoria constitucional y debilitar a la alianza Va por México. Pero el hecho de que el los priístas del Senado lograran frenar la maniobra de su líder nacional, tuvo un efecto contrario al esperado: le dio viabilidad al proyecto del bloque opositor rumbo a las elecciones locales del Edomex y Coahuila, ya sin el lastre de “Amlito” y Moreira.
El fracaso en la operación política para conseguir los votos en el Senado mostró también la debilidad del titular de gobernación, al tiempo que evidenció el infructuoso cabildeo (descarado, eso sí) de los secretarios de Defensa y Marina. Estos últimos, tratando de avanzar sin éxito, en su agenda de impunidad y poder, con un cheque en blanco más allá de este sexenio.
Finalmente, en cuanto al tiro de perfilar la alianza PRI – Morena, creo que ese sí le salió bien al presidente. Siempre he pensado que Morena es la reencarnación del viejo PRI. Y las imágenes que vimos en la Cámara en las que el abuelo Monster parece chuparle la sangre a “Amlito” y a Moreira, lo confirman. Solo que no fue sangre lo que les extrajo, sino la última gota de dignidad que le quedaba a esa dirigencia que, ahora, se ha convertido en zombi del obradorismo.
Que no nos quede duda. Lo que vimos en el Congreso fue el surgimiento franco y abierto del PRIMOR. Lo que antes solo existía de manera velada y oscura, hoy se revela como la verdadera esencia del obradorismo: su parentesco, linaje de sangre y ADN común con el PRI de “Amlito”, es decir, con lo peor del viejo priísmo.
Aquí le doy la razón a López Obrador cuando dice “no somos iguales”. Es cierto, ¡son lo mismo! Comparten las mismas élites, las viejas prácticas mafiosas, el mismo estilo autoritario, la misma parafernalia nacionalista, los mismos excesos y abusos (lean a Bernardo Bátiz, en el periódico de la 4T del 22 de septiembre) el mismo modelo cerrado y provinciano de país. Vamos, hasta comparten el mismo mal gusto grupero.
Así que no es extraño que, por fin, buena parte de lo que queda del PRI haya decidido alinearse al obradorismo. Tenía que suceder tarde o temprano. Ambos pretenden recrear la época de oro de la dictadura perfecta. Ser protagonistas de la reedición cardenista-echeverrista del país de un solo hombre y del partido hegemónico. Más que en la unión de estados libres y soberanos, el PRIMOR sueña con un país de virreinatos subordinados a los deseos del monarca (antes en turno, ahora permanente).
Sueña también con someter al legislativo y al judicial, organizar y controlar las elecciones, desaparecer los organismos autónomos. Todo para servir una sola causa: la causa revolucionaria, ahora de la transformación. Todo ello, claro, sostenido por un ejército leal y la complicidad de los grandes sindicatos y las grandes empresas monopólicas, incluidas las organizaciones criminales.
Cuando se dice que el obradorismo está llevando a cabo una auténtica regresión autoritaria, justo es esto: la reedición de un México que ya se fue. Así que ¡fuera máscaras! Que cada chairo y que cada simpatizante de la 4T asuma su responsabilidad. Son aliados de lo que dicen repudiar. ¡Qué ironía! Si cae el INE, los verdugos habrán sido Morena y el PRI. La serpiente se habrá devorado a sí misma y entonces, habrá caído la república y nuestra joven democracia.
*/ Felicitaciones al equipo de Reporter por este Primer Aniversario. ¡Enhorabuena! @DiarioReporter