Por: Jesús Ramos
Tanto va el cántaro al agua hasta que se rompe. Puebla es primer lugar en tomas clandestinas de gas LP en este 2021. Y en los años 2019 y 2020, fue segundo podio nacional, por tanto, la desgracia ocurrida en San Pablo Xochimehuacan siempre representó una bomba de tiempo.
¿Cuántas otras bombas de tiempo habrá sembradas en territorio poblano? Si dos años atrás fueron casi 2 mil, en número de tomas clandestinas, este año cuando menos son la misma cantidad en diversos municipios poblanos.
La autoridad estatal podrá enfilar la tragedia del fin de semana hacia la federación, para lavarse las manos, pero es evidente su responsabilidad si la analizamos desde los ángulos de la seguridad pública, de la gestión de riesgo y del servicio de inteligencia.
Una toma clandestina en plena mancha urbana de la cuarta ciudad más importante del país, por número de habitantes y actividad económica, difícilmente puede escapar a los ojos, al flujo de información y a la detección de riesgo social.
La zona cero de Xochimehuacan es un rostro destrozado, es imagen de guerra que bien puede confundirse con manchas urbanas devastadas de Irak, Afganistán o algún otro país árabe ahogado en conflictos religiosos, por el control del petróleo o del poder.
Una investigación de lo ocurrido en Xochimehuacan, con peritos en accidentes como los contratados en la Línea 12 del Metro, alcanzaría en responsabilidad al gobierno del Estado y al ayuntamiento de la capital.
Para justificar su ineptitud, el gobernador Miguel Barbosa y el alcalde de Puebla Eduardo Rivera Pérez, aventaron una cascada informativa relacionada con la evacuación de personas, apoyos en insumos, indemnizaciones, ayudas oficiales, evaluación de daños y una narrativa increíble de combate al huachigas.
El problema de las tomas clandestinas no es nuevo en Puebla y tampoco se ha combatido con toda la fuerza del Estado mexicano. Y menos, del Estado poblano. Y no es hasta que ocurren desgracias como la de Xochimehuacan, que volvemos a escuchar la misma cantaleta de que ahora sí le van a echar ganas para combatir los delitos del robo de hidrocarburo.
Discursos heroicos de lo que hicieron para ayudar a la gente, después del niño ahogado, son evasivas con disfraz de respuesta rápida, cuando lo que debieron haber hecho antes fueron acciones preventivas y sancionadoras.
¿O usted cree que las policías y las áreas de inteligencia del gobierno del Estado y del municipio no sabían de una toma clandestina en plena mancha urbana? ¿Cómo ocultar las actividades cotidianas donde cargan gas LP robado las pipas del ramo? Imposible que no lo supieran. Y si no lo sabían, todavía peor. @DiarioReport