Por Jesús Ramos
Si los caciques González Vieyra y Córdoba Celis planean seguir desafiando al gobernador Alejandro Armenta, a través de movilizaciones y el desequilibrio de la BUAP, tendrían que considerar el nivel de poder que están enfrentando.
Su legitimidad, por ejemplo, es mayor a la de Moreno Valle, Tony Gali, Martha Erika, Pacheco Pulido, Barbosa y Sergio Salomón, nomás verifiquen los casi 2 millones de votos que obtuvo y compárenlos con sus homólogos del ayer.
Distinto a los demás mandatarios, Armenta no dejó facturas ni favores pendientes como sí las dejaron en deuda los anteriores a él, con sus antecesores, triunfó en la interna de Morena por méritos propios igual que en la constitucional.
Si el instrumento de medición del poder fuera el Poderiómetro, el suyo estaría a tope por lo ya expuesto y porque territorialmente reconocen su mandato y autoridad en todos los rincones del estado, incluidos Tecomatlán, Tlachichuca, Ciudad Serdán y San Nicolás Buenos Aires, de donde son estos caciques.
Menospreciar o no considerar su influencia en los dos poderes locales restantes, Fiscalía General del Estado, sindicatos, iniciativa privada, academia, etcétera, sería no tener la mínima idea de lo que pueda resultar quiénes se enfrenten a él.
Algunos se preguntan la razón de por qué Alejandro hace faenas en Puebla y en el interior del estado, es simple, el modelo de hacer política de López Obrador le enseñó que en contacto permanente con el pueblo, puede sostener e incluso aumentar su bono democrático y aprobación a través de la personalidad coloquial y sencillez.
Antorcha Campesina y los caciques González Vieyra tendrían que plantearse la siguiente pregunta si su decisión fuera continuar desafiándolo, ¿para qué le sirve a Alejandro Armenta todo ese poder? Para lo qué se ofrezca, sería la respuesta. @NR
Solo para mandarte un abrazo mi querido Chucho