Por: Jesús Ramos
No ha hecho nada digno de presumir, es la percepción que se tiene del gobierno de Miguel Barbosa. Incluso él lo ha oído, pero lo rechaza, jura haber concretado mil obras, logro difícil de creer porque no se ven ni se escucha de ellas y tampoco se sabe dónde están.
Conforme a los presupuestos de Egresos de 2019 al 2022, las áreas de comunicación social y el sistema estatal de telecomunicaciones, han gastado poco más de 200 millones de pesos por año para difundir mensajes del gobierno, campañas publicitarias, pago de pautas en radio, televisión, instrumentos digitales y prensa tradicional.
Al llegar a diciembre, ambos entes habrán gastado 800 millones de pesos de manera oficial y cuando menos 400 millones en lo que se identifica como chayotes, dádivas o embutes. Existen trabajos serios de periodismo que consignan que por cada 10 pesos gastados en comunicación social 4 corresponden a dinero en efectivo entregado discrecionalmente a la prensa aplaudidora, oficial o no crítica.
Nada de esto es nuevo ni escandaliza, el gremio periodístico lo sabe.
El viernes pasado Barbosa responsabilizó a su vocera Verónica Vélez de no saber comunicar. Y algo de razón tiene, si después de gastar 1,200 millones de pesos en publicidad oficial el poblano piensa que el mandatario no ha hecho nada, es porque interpretó un ruidoso concierto de errores al emitir los mensajes gubernamentales.
Con mucho menos que eso Bartlett tenía fama de ser muy capaz, Melquiades era bien querido, Moreno Valle de ser un fuera de serie para llevar a Puebla al progreso y Gali de darle sinergia al desarrollo social y económico del estado. Para medirse hay que compararse, aunque resulte de mal gusto.
Cargarle por entero la culpa a Verónica es injusto, Barbosa también es responsable. Tiene su mañanera de lunes a viernes y en vez de divulgar ahí sus mil obras, se erige en santa inquisición para criticar, lastimar, ofender, quemar vivos a políticos, autoridades, servidores públicos y hasta pueblos como fue el caso de Coyomeapan.
Son ocho estaciones de radio y tres canales de televisión los que el estado tiene sembrados en 90 por ciento del territorio poblano, incluida la capital, además de convenios publicitarios anuales con radio y canales televisivos comerciales.
Desde un inicio Barbosa contó con los recursos económicos y fierros necesarios para hacerse destacar. A él y a su equipo le fallaron las ideas y estrategias, el sentido positivo de la comunicación en vez de la orientación negativa para atacar a quienes cree sus enemigos o merecen buenas tundas mediáticas.
Plumas bélicas, al servicio del mandatario, y medios de comunicación dispuestos a iniciar y sostener campañas de ataque a objetivos específicos, debieron privilegiar los logros de Barbosa en columnas, notas informativas, portales y primeras planas, pero espacios y tiempos los destinan sistemáticamente a golpear. Presupuesto, dinero, recursos humanos y materiales dirigidos para asuntos malos.
La legislatura local pasada con Gabriel Biestro de referente, como esta que lidera Sergio Salomón Céspedes, gasta presupuesto en empresas de comunicación y legaliza el chayote o embute con facturas de reporteros, con el visto bueno de Verónica Vélez, es decir, esos 1,200 millones de pesos no incluyen el monto para prensa del Congreso del Estado que tampoco es poca cosa y que también son pésimamente orientados. @DiarioReporter