*Se parece al señor Miyagi de Karate Kid.
*Es egresado de la escuela política bejarana y monrealista.
*Tiene amistad con AMLO y con los principales morenistas nacionales.
*Sus consejos son valiosos en la toma de decisiones políticas del gobernador.
Por: Jesús Ramos
Es un tipo inteligente, tiene experiencia, sus orígenes son de izquierda. No lo ven ni lo oyen por ser discreto. Es como la respiración, pasa inadvertido. Habría que seguir las pistas al estilo Sherlock Holmes para saber que es el asesor del gobernador en menesteres políticos.
En un restaurante caro o en un puesto de tamales y champurrado no le reconocerían, su sencillez y habilidad camaleónica son asombrosas, le hacen parecerse a nosotros los mortales, a todos, al ser más modesto e insignificante.
Se llama Agustín Guerrero Castillo. Hete de cuenta el señor Miyagi de Karate Kid pero con lentes, bigotón, cabello lacio, cejas abundantes y enmarañadas, de mediana estatura.
Sencillo de apariencia por fuera, cultivado por dentro. Panzoncito de empaque, vientre chelero sin ser exagerado.
A Manuel Bartlett le asesoraron en lo político Jaime Aguilar Álvarez y José María Morfín Patraca cuando fue gobernador.
Melquiades Morales escuchaba consejos de don Alfredo Toxqui, Jesús Morales y Héctor Jiménez y Meneses.
Don Enrique Montero y don Guillermo Pacheco fueron senseis de Mario Marín.
Moreno Valle contrató asesorías políticas con Luis Carlos Ugalde, Diódoro Carrasco y Luis Maldonado.
Agustín Guerrero es originario de la ciudad de México pero cambió ya su residencia a Puebla. Le sabe bien a la política, es economista por la UNAM, fue líder estudiantil en los años 80 de esa casa de estudios y sabe más mañas que un fayuquero.
Con Barbosa ha estado en las malas y en las buenas, le ha ayudado. Estuvo con él en la campaña de gobernador de 2018 y de 2019. Le tocó ser derrotado y después saborear las mieles del triunfo.
En los War Rooms de campaña poco se le vio, en esos años, se trasladaba de la capital del país a la ciudad de Puebla. Sólo cuando le requería el hoy gobernador asistía y participaba en las reuniones, luego se esfumaba, desaparecía como ninja cobijado por la noche, como lo haría el señor Miyagi en ropaje shinobi shozuku.
Es de los más cercanos a Barbosa, tanto o más que Verónica Vélez, Biestro, Julio Huerta o Cotoñeto. A cualquiera de ellos puede regañarlos, pendejearlos, reducirlos a la mínima expresión de inteligencia y capacidad, según su humor, a Agustín Guerrero no.
Agustín fue líder del PRD en la ciudad de México, se forjó en la escuela bejarana y monrealista, anduvo en la vocería de campaña de Ricardo Monreal cuando fue jefe de la delegación Cuauhtémoc.
Le pusieron tras las rejas en la CDMX en un episodio oscuro del 2015 por un delito que no cometió, cita el clásico, salió rápido, estuvo en el lugar equivocado, a la hora equivocada, inmiscuido en una acusación equivocada. El balón fue a la mano y no la mano al balón, narraría magistralmente el Perro Bermúdez por lo que le acusaron.
Con maña pero sin suerte, en el 2020, Barbosa intentó apropiarse del comité estatal de Morena para poner candidatos a su antojo en las elecciones del 2021 y deshacerse de los grupos morenistas opositores a él.
Para lograr ese propósito pidió a Mario Delgado que nombrara un enlace nacional que desplazara al entonces dirigente Carlos Evangelista; su propuesta de enlace fue Agustín Guerrero, aprovechando que su asesor era un auténtico desconocido en Puebla y podía infiltrarlo como enviado de Morena nacional.
La tirada le falló. Tiempo después, Morena Puebla tuvo la iniciativa de integrar una mesa política para dar voz a las distintas expresiones y corrientes del partido. A la convocatoria llegaron armentistas, carvajelistas, claudistas, nachistas y evangelistas.
De expresión salvaje, pintados los rostros para guerrear, escudos en mano, carcajes, lanzas y flechas, taparrabos ajustados, huesos prendidos al cabello de sus cabezas, gladiadores y no otra cosa, puestos y dispuestos para convertir aquello en rosario de Amozoc, si fuera necesario, exigieron feudos y parcelas para ellos y los suyos.
Vomitado por la bruma, de pronto, como un fantasma, apareció el maestro de Daniel San de Karate Kid, de enormes anteojos y cejas agrestes, andar pausado y voz chilanga, pidió espacio en la citada mesa mostrando las cartas credenciales del gobernador, era Agustín Guerrero.
Se miraron todos, le abrieron espacio tal como lo pidió, y después de examinarle detenidamente se fueron a otra mesa golpeando con el rabo de sus lanzas el piso, gritando porquería y media. Nunca más volvieron a verle.
Agustín renunció al PRD en 2015 para irse a Morena, ha sido diputado federal y local en la asamblea legislativa de la CDMX, representante del PRD ante el Instituto Electoral del DF.
Le sabe a la comunicación y a la reporteada, al análisis político y a la crítica. Desde una comisión legislativa dio seguimiento a casos de agresiones contra periodistas.
Cuando Fox intentó desaforar a López Obrador, Agustín Guerrero lideró el movimiento contra el desafuero, Heberto Castillo y Demetrio Vallejo son también mentores suyos.
El misterioso asesor del mandatario estatal es un político con amplias relaciones nacionales en Morena e incluso con el presidente de la república, mismas que son capitalizadas por Barbosa para abrir puertas que a él se le cierran por su muy peculiar forma de gobernar.
La cartografía completa de Morena Puebla y Morena nacional, con sus corrientes, grupos y líderes, es una de las muchas responsabilidades que tiene que rendir como asesor.
Ubica perfectamente qué alcaldes y diputados locales y federales corresponden a los intereses de Alejandro Armenta, Ignacio Mier, Claudia Rivera, Rogelio Carvajal y otros.
Lo mismo con el resto de los partidos políticos entre los que se encuentran el PRI y PAN, la maniobrabilidad y operación del poder legislativo local y asuntos relacionados con la gobernabilidad.
Es muy vasto el panorama nacional que tiene de la política y los principales actores.
Le gustan las redes sociales, aunque se le ve más activo en Facebook que en Twitter como en algunos posteos suyos puede apreciarse. Gusta divulgar acciones del gobierno estatal y de Barbosa, y tundirse de vez en cuando a Julio Scherer.
Poco informado de la cooptación de la prensa local, por parte del gobierno que asesora, el 18 de febrero redactó en su cuenta personal de Facebook lo siguiente: “En #Puebla hay plena #LibertadDeExpresión y respeto total a los periodistas”. No está enterado del acoso a los reporteros Rodolfo Ruiz de e consulta y Carolina Fernández de El Popular. O mintió.
Por lo visto, tampoco supo de la reciente rueda de prensa del mandatario donde tildó de “pendejo” a uno de los comunicadores que cubren la fuente de gobierno.
“Además, no hay chayote, aunque algunos dueños de medios acostumbrados al maíz del morenovallismo quisieran que regresara”, agregó a su texto de redes sociales. Ignora que la expresión periodística mayormente servil y privilegiada del morenovallismo hoy obedece a los intereses de Barbosa. O engaña intencionalmente.
Agustín Guerrero es un tipo hábil de la política y las relaciones públicas, el gobernador le respeta, le escucha y le tiene bastante cerca, tan cerca como a su esposa Rosario, tanto como a José Luis, Verónica, Julio, Biestro y Cotoñeto, tanto como a un asesor político se le debe tener. @DiarioReporter