Por Carlos Clemente
Gobernar detrás de un escritorio y tomar decisiones sin ponerse en los zapatos de los ciudadanos es muy común en gobiernos de ego muy grande.
El no saber escuchar las opiniones de especialistas del tema e imponer la voluntad propia a capricho, siempre tiene consecuencias.
Muy temprano, desde la tradicional mañanera presidencial (sin el presidente), ayer se inauguró el Festival Ómicron.
Fue la secretaria de Educación Pública, Delfina Gómez Álvarez, quien desde el Centro Expositor en Puebla capital, dio el banderazo de vacunación para más de 123 mil trabajadores de la educación.
La jornada en la zona de Los Fuertes resultó caótica.
Careció de toda logística y organización, evidenció la falta de coordinación entre los tres niveles de gobierno a casi dos años de la pandemia. Queda claro que las autoridades no acaban de aprender.
Concentrar a miles de ciudadanos en un solo sitio fue la peor decisión.
En un solo lugar, confluyeron decenas de miles de ciudadanos: maestros de las cuatro Cordes de la capital poblana, personas de 50 a 59 años, menores de 12 a 14 años con comorbilidades, jóvenes de 15 a 17 años y rezagados de primera y segunda dosis.
Es incomprensible por qué teniendo otros espacios físicos disponibles decidieron concentrar a tantos ciudadanos en un solo punto y exponerlos a los contagios.
Era evidente que ese cóctel generaría un caos, desde embotellamientos, cierre de vialidades, ambulantes y la espera de cuatro y más de cinco horas en las filas que por momentos se descontrolaron, hubo varios connatos de violencia.
Sin organización ni personal que pusiera orden al caos, eso fue todo un Festival Ómicron.
Puebla reportó ayer miércoles cifra record con 495 nuevos contagios, antes, el pasado viernes 7 de enero se registraron 242, el sábado 8 fueron 360 y el martes pasado 192 nuevos casos. Así va la curva de contagios.
Menos arrogancia en quienes toman las decisiones ayudaría mucho en estos tiempos de pandemia. @DiarioReporter