Por Raúl Hermosillo C.
Como ya se hizo costumbre, cada vez que el periodista Loret de Mola publica un reportaje, en Palacio Nacional se prenden las alarmas. Generalmente, el presidente responde al día siguiente y, por lo regular, le basta con algún tipo de discurso de descalificación y punto.
Sin embargo, a raíz de la investigación de Latinus y Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, relativa a la lujosa vida del hijo mayor del presidente, las cosas se complicaron a tal punto, que la respuesta presidencial tuvo que aguardar cinco días.
Todos los manuales de manejo de crisis y control de daños coinciden en que, por cada minuto que pasa sin una respuesta contundente para desmentir o matizar un escándalo mediático, el costo económico y/o político se eleva de manera exponencial. Y eso fue precisamente lo que ocurrió con este nuevo escándalo.
El silencio gubernamental dio pie a la especulación, el escarnio y la mofa, al tiempo que permitió que varios analistas y periodistas complementaran la información con datos e imágenes que encarecieron el costo político del golpe mediático.
La pregunta obvia es ¿por qué se dejó pasar tanto tiempo?
Algunos observadores coinciden en que el problema con el hijo mayor del presidente no tiene que ver con las mansiones donde vive ni con los autos de lujo que maneja. El problema radica en el hecho de que esta forma ostentosa de vida choca con el discurso franciscano del presidente.
A pesar de ello, seguramente mucha gente encontrará la manera de justificar el que un hombre de 41 años, casado y con hijos, aunque sea hijo del presidente, viva como millonario, sobre todo si la que tiene dinero es su esposa. De hecho, en la mañanera del lunes, el presidente utilizó precisamente estos argumentos para descalificar el reportaje de Loret.
Pero lo que no se entiende es ¿por qué tardaron tanto en responder, si el fuego estaba tan fácil de apagar?
La respuesta tiene que ver con el posible conflicto de interés entre el gobierno del presidente y algunas empresas petroleras vinculadas a Carolyn Adams, nuera del presidente, y reconocida cabildera de empresas del sector petrolero e inmobiliario que operan en México.
De acuerdo con el reportaje de Latinus, el hijo del presidente y su familia se mudaron a una mansión ubicada en una zona exclusiva de la ciudad de Houston, Texas, perteneciente a un alto directivo de la petrolera Baker Hughes, poco tiempo después de haber cerrado un contrato millonario con Pemex, en 2019. Algunos reportes indican que actualmente, Baker Hughes, tiene contratos con Pemex, Dos Bocas y CFE para el suministro de turbinas.
El discurso populista del obradorismo tiene como pilares la honestidad, la austeridad y la lucha contra la corrupción. El presidente insiste, una y otra vez, en que ellos son diferentes. Que ya no es como antes. Sus fieles dicen que Obrador podrá ser un presidente que no da resultados, pero que eso no importa mientras se mantenga alejado de la tentación de ser como los políticos de antes. Toda la esperanza de sus seguidores y simpatizantes, y toda la credibilidad y la confianza que le tienen, descansa en que él es diferente.
¿Qué pasaría si se comprobara que es igual que todos, incluso peor? Por eso es tan delicado este asunto. Porque en caso de que salgan a la luz pruebas contundentes del conflicto de interés, este escándalo podría salpicar a todo el sector energético.
Quedarían expuestas las verdaderas razones detrás de la necedad de construir una refinería que no se necesita, en un lugar que no es el adecuado, a un sobre costo mil por ciento por encima del precio original. Quedarían al descubierto también, las verdaderas motivaciones de impulsar una contra-reforma eléctrica para “fortalecer” a la CFE, cuando lo que se necesita es producir energía más limpia, abundante y barata.
Si en los próximos días salen a la luz más documentos que vinculen a empresas contratistas del sector energético con la nuera del presidente, tendrá que haber una investigación exhaustiva de un posible conflicto de interés. De lo contrario, este escándalo podría configurarse como la casa blanca del obradorismo, es decir, un parteaguas en la credibilidad y popularidad del presidente. @DiarioReporter