Por Alberto Pacheco
Un término que ha cobrado relevancia los últimos años y que lo seguirá haciendo debido a la relevancia que tiene y tendrá como factor de recuperación post pandemia en los sectores más vulnerables, es sin duda, la denominada Economía Social Solidaria ESS.
La ESS es aquella que puede crear condiciones de vida decentes para cualquier persona en el mundo, poniendo a la economía al servicio de las necesidades de la gente, y no al revés, siendo su base, la armonía entre la rentabilidad económica y la sostenibilidad ambiental sin soslayar la dignidad de los individuos.
No obstante, y aunque muchos gobiernos han puesto a la ESS como pilar de sus programas de desarrollo, la realidad es que, en los hechos, poco o nada entienden sobre la naturaleza de la misma y, en consecuencia, las acciones que desarrollan, se limitan a un mero compendio de la inmediatez. Y es que, para entender a la ESS, hay que vivirla y he ahí el problema.
El gobierno confunde caridad con calidad, ya que ha tratado de impulsar por mucho tiempo a los empresarios de la ESS vendiéndolos una especie de discapacitados productivos que requieren de la compasión del consumidor.
Muchos de los llamados empresarios de la ESS nunca desarrollan relaciones de largo plazo con sus clientes y el gobierno no asimila lo anterior en el diseño de sus políticas públicas, porque los entiende como nómadas comerciales que al final no consolidan sector, región ni estrato.
Por lo tanto, para impulsar realmente la capacidad de crear ecosistemas competitivos de ESS, lo más importante es entender los verdaderos problemas que limitan el crecimiento sostenible de los mismos; los coyotes, los intermediarios y las burocracias que secuestran el valor del obrero, el agricultor y el artesano y, por lo tanto, tenemos que seguir rompiendo los monopolios y oligopolios para democratizar las oportunidades y así apoyemos al consumo y producción locales.
Y es que enfrentamos un escenario complicadísimo; por una parte, se tiene a un sector poblacional con mucha más formación técnica, pero ganando muchísimo menos que ayer y un sector con precariedad de competencias con salarios miserables adónde no solo no somos lo que queremos, sino tampoco vivimos como debemos.
Hoy los empleos convencionales no solo no forman, sino que carcomen las capacidades creativas y de innovación y el trabajo ya ni siquiera nos pertenece, pues lo que se gana incluso ya se debe, porque la inflación crece a un ritmo más acelerado que la renta que es fruto de nuestro trabajo y la única manera de saltar esa trampa, es habilitar con competencias que ayuden al ser humano a tener trabajos que paguen más y con menor esfuerzo físico
Por eso, la ESS es una respuesta sostenible no solo al corto sino al largo plazo, porque es la única que puede habilitar a aquel que quiere, pero no puede, es aquella que puede volver verde lo árido, es aquella que puede integrar nuevamente a la vida diga y productiva al adulto mayor, al discapacitado, a la niña mamá que tuvo que dejar sus estudios para criar.
La ESS es un arma poderosísima para devolverle la dignidad al individuo sin tener que pasar por encima de otro ni de nuestro entorno.
Nos vemos cuando nos leamos. @DiarioReport