Por: Jesús Ramos
No querían estar juntos pero tendrán que aguantarse. Hace rato que su incomodidad escaló al nivel del odio. Y ya en ese terreno, lo que desean es no verse, sin embargo, don Melitón y doña América, aunque no les guste, deberán cohabitar otro rato más en la misma Secretaría de Educación Pública donde los puso el gobernador Barbosa.
Los motivos de Melitón Lozano para encorajinarse con América Rosas los entiende quien calce sus zapatos. América hizo lo que quiso en la Subsecretaría de Educación Superior sin jamás pedirle parecer ni permiso.
Qué cosa más horrorosa ser la máxima autoridad de un puesto de gabinete y que ese rango se lo pase por el arco del triunfo otra persona de menor nivel por contar con el respaldo del Ejecutivo.
La vida es caprichosa. Lo que a él le provocó enojo a ella le ocasionó felicidad. Dar plazas y ascender de categoría a gente suya, asociada con el director de Recursos Humanos Óscar Adrián Zamilpa, le pateó a Melitón el alma, el orgullo mixteco y algo más.
Con el de Recursos Humanos pudo cobrar venganza y limpiar su honor poniéndolo de patitas en la calle, hace quince días, porque cada plaza y ascenso autorizado para incondicionales y familiares de América llevó su firma de la manera más vil y canalla.
El sujeto le puso tres pisos de documentos para firmar sobre su escritorio, en medio de ellos, las adscripciones de plaza y ascenso, y Melitón firmó y firmó hasta que los dedos se le pusieron gordos y amoratados, llagosos y adoloridos. Ni cuenta se dio del engaño.
Saber que América se mudaría de la SEP a la Secretaría de Gobernación, al lado de Julio Huerta, pareció un gesto de bondad del Señor Todo Poderoso obsequiado al titular de la SEP.
América empacó sus cosas, preparó la entrega-recepción como lo marcan los inmaculados cánones de la administración pública, acomodó al equipo que le asistía en distintas áreas de la Subsecretaría a su cargo. Pero maldita la hora en que Julio Huerta dijo no quererla cerca.
Como la canción de Emmanuel. Todo se derrumbó dentro de Melitón al enterarse que Julio no la quería y tampoco la aceptaban en la Secretaría de Bienestar de Lizeth Sánchez.
Y qué decir del DIF estatal.
Al mal tiempo buena cara. A don Melitón algo bueno le enseñó la vida. Que todos los documentos cuyo origen sea la Subsecretaría en cuestión, debe revisarlos perfectamente antes de firmarlos por muy cansado que esté y gordos tenga los dedos. @DiarioReport