Por Jesús Ramos
¡Que se sienten los que ya bailaron!, fue un fraseo sugerente del difunto Barbosa a Tony Gali para que se abstuviera del activismo político y de redes sociales que como chamaco frenético impulsaba.
Personajes paridos por el morenovallismo batuqueaban su resurgimiento para competir por la presidencia municipal de Puebla en las elecciones del 2021 con el propósito de opacar a Eduardo Rivera y descarrilarlo del PAN.
El difunto tenía razón, Tony le faltaba al respeto, se mostraba imprudente y desafiaba su poder. Entre las reglas no escritas de la política un exmandatario se confina o baja su perfil en muestra de respeto a su predecesor. Gali no lo hizo.
Después lo haría cuando fueron abiertas carpetas de investigación y liberadas órdenes de aprehensión contra gente suya y por vínculos directos a su persona en desvíos del erario.
La táctica utilizada por Julio Huerta y doña Rosario tiene el estilo de Plutarco Elías Calles, mostrarse en el Congreso del Estado pretextando la comparecencia del primero, para insinuar que siguen mandando en el Estado.
Completamente innecesario el mensaje siciliano tropicalizado para Puebla. Si su empoderamiento fuese vigente, después de la muerte del difunto, tendrían que ser discretos en modos y estilos.
Mostrar clase y prestancia. Que su trascendencia de autoridad la supiera Dios, pero no el mundo. Para ellos el barbosismo fue una bendición. Para nosotros una tragedia.
Julio y ella deberían ser congruentes con la máxima que el difunto le lanzó a Tony, sin embargo, reapareció para alternar presencia con el actual mandatario y exhibir el látigo, su influencia callista.
Barbosa fue un gobernante bastante malo, pésimo administrador del Estado, autoritario y abusivo, su calidad moral podrán alardearla Julio y su familia, sus cercanos, pero no es algo que validemos los poblanos.
La falta de respeto de Tony Gali a Barbosa fue entendida a la mala por su gente y familiares. También por morenovallistas como Aguilar Chedraui y otros más. Ese grupo, todo, diluyó su perfil gradualmente hasta desaparecerlo.
Querían posiciones políticas por eso se mostraron descaradamente. No entendieron que la época actual ya no era la suya. Doña Rosario quizá sea eso lo que se niegue a aceptar, no es fácil perder el poder absoluto como lo perdió ella, así tan de repente.
Afines al barbosismo y viudas de la prensa sicaria harán la barba a la reaparición de doña Rosario en el Congreso del Estado, aunque sea una imprudencia, falta de respeto y total descortesía al que hoy gobierna, sin que él tenga que decirlo. Son reglas de urbanidad política bien entendidas. Nadie brilla con más luz que el mandatario en turno ni nadie le eclipsa. @DiarioReporter