Por: Jesús Ramos
Este día estrenamos diputados locales en Puebla. Muchos de ellos son políticos de ideologías y convicciones firmes. Y claro que los hay de una sola pieza, sin embargo, otros, carecen de escrúpulos y principios, pues nos han demostrado a lo largo de sus trayectorias, que poseen voluntades del grosor del papel.
Sus intereses personales por sobre el interés público, ha sido una constante, la legislatura de Gabriel Biestro es ejemplo extraordinario. Se esperaba tanto de esa camada de parlamentarios y nos dieron tan poco.
Es chistoso reconocer galardones a un Salomón Céspedes que sin pudor alguno saltó del PRI para liderar la bancada de Morena, por recomendación del gobernador, como si este movimiento careciera de auténticos morenistas de izquierda con mayores méritos.
A eso se le llama arribismo o, en su caso, imposición. Con qué cara alguien de Morena podrá presumir que un priista como Salomón representa en el Congreso del Estado su ideología y su convicción siendo que antes del 6 de junio militaba en el PRI y ni su declaración de principios conoce.
En la memoria urbana de los tepeaquenses le recuerdan más como aquel que echó bala ahogado de borracho en una de las fiestas patronales del Niño Doctor que como alcalde de apenas. Tremendo nivel el del futuro coordinador de Morena.
Nos lo quieren vender como la última Coca Cola del desierto. Nada más falso. Su mano se alzará sobre sus hombros para aprobar lo que le ordene el mandatario, cuando no, la esconderá bajo la curul donde los acuerdos se traspapelan con los discursos de tribuna.
Jorge Estefan Chidiac es otro del mismo corte. Fue soldado de temporada de Bartlett, de Marín, también de Moreno Valle y ahora lo será del Ejecutivo en mayor grado de obediencia que de su partido el Revolucionario Institucional.
Le avientan confeti disfrazado de experiencia, conocimientos, habilidades, trayectoria, pragmatismo, aunque lo que habría que resaltarle son sus grandes talentos para enrolarse con el poderoso en turno sin hacerle gestos al orgullo.
Por ese sendero de los que pretenden vendernos a precios de inflación pasean a Fernando Morales, aquel que igual que Estefan sirvió a Mario Marín, a Moreno Valle, a Barbosa. Ayer fue priista, hoy naranjita y mañana sólo Dios sabrá.
Y ni qué decir de Néstor Camarillo. Hoy estrenamos una legislatura de tal calibre donde los escrúpulos, hace rato, ya fueron comprados por el mejor postor. Poco puede esperarse de un Legislativo sometido a la voluntad del Ejecutivo.