Por: Jesús Ramos
El quejido lastimero que se escucha en la ciudad de Puebla, se oye también en las cholulas. No es por asustar, pero nos cuentan que el mismo extraño fenómeno paranormal ocurre en Cuautlancingo, Tecamachalco y Tehuacán, además de otros municipios.
Edgar Allan Poe escribiría, si estuviera con nosotros, algo fantástico de estos lamentos con su sello característico de terror. Cuento, relato o novela, no sé. Un éxito es lo que sería, rotundo y muy sonado.
Distinto a las leyendas urbanas donde el muerto le dice al vivo el sitio exacto donde encontrará el dinero que debe desenterrar, estos vivos sí saben dónde está la lana, lo único que necesitan es el aval del cabildo y del Congreso del Estado para sacarlo de la institución bancaria.
El muerto no le da al vivo la cantidad que quiere, le da lo que hay bajo tierra y sanseacabó, sin embargo, estos vivales presidentes municipales por costumbre le ponen tantos números al cheque como estrellas hay en el universo.
En ese plan están coincidentemente los alcaldes emanados del PAN, Eduardo Rivera Pérez de Puebla, Paola Angón de San Pedro Cholula, Edmundo Tlatehui de San Andrés Cholula y Filomeno Sarmiento de Cuautlancingo. Todos vecinos, todos de Puebla capital y la periferia, todos ellos del mismo partido. Pareciera que se pusieron de acuerdo en asuntos de deuda.
Y lo que parece es, por maldita costumbre, se confirma tarde que temprano.
El guion de esta narrativa quejumbrosa y espeluznante lo ensayaron en el mismo salón de clases Lalo, Paola, Mundo y Filomeno, pues repiten lo mismo y en la misma tonada. “Me dejaron las arcas vacías, no tengo para cumplir compromisos de pago, un peso en el cajón no lo hay”.
Paola Angón fue temeraria al hacer el compromiso de no tener reparo en denunciar a aquellos que abusaron de la confianza de los cholultecas. Y si no lo hace, empezando por Luis Alberto Arriaga, quedará como mentirosa.
No lo hará. No denunciará al pez gordo, porque fue él el que la ayudó a ganar en la elección pasada. Si no fuera porque estas historias de horror se repiten en cada renovación de ayuntamientos las daríamos por verídicas.
Los alcaldes entrantes echan mano de esa falsa narrativa del “me dejaron las arcas vacías” con dos propósitos, Uno, para no reparar en caprichos banales. Y dos, para que con el ataque político a sus antecesores justifiquen el quejido de la deuda a los ojos y oídos de sus gobernados.
Nomás fíjense en los 42 presidentes municipales que se reeligieron. Esos no han solicitado contraer deuda y tampoco se han quejado por insolvencias financieras para cumplir en pagos, sueldos y proveedores.
De Tecamachalco a Tehuacán, los mismos quejidos de Ignacio Mier Bañuelos y Pedro Tepole se oyen. ¡Hay, mis hijos! @DiarioReporter