Por Carlos Clemente
El gobernador del estado Luis Miguel Barbosa Huerta no les tiene la menor confianza a los presidentes municipales. A nadie. No sólo desconfía de los priístas y panistas, también de sus correlegionarios morenistas, a quienes no les confiaría su cartera.
Les platico: una semana después de que el huracán “Grace” hiciera estragos en varios municipios al norte de la geografía poblana, al margen de la respuesta interinstitucional –si es que la hubo- para atender la contingencia, sin FONDEN de por medio, armó un plan personal.
Por alguna razón, Barbosa Huerta dudó de la efectividad de la reacción de su gobierno y decidió integrar sus propias brigadas, sus equipos personales, personalísimos. Pidió dos personas a cada dependencia de su gobierno, con una camioneta, viáticos y gasolina y los mandó a la Sierra Norte.
La instrucción fue clara, entregar apoyos a las familias damnificadas de manera directa “de parte del gobernador”, sin aviso ni acompañamiento de las autoridades municipales, sin mediar padrón de afectados, sin estrategia o plan que diera orden a tal acción de gobierno.
Escoltados con una patrulla de la Policía Estatal, las brigadas personales del gobernador recorrieron comunidades apartadas, algunas aún con caminos abiertos parcialmente tras derrumbes, en Xicotepec, Pahuatlán y Zacatlán y a ojo de buen cubero, quien iba al frente del grupo decidía cuál familia sí y cuál no podía ser beneficiada.
Hay que decir que los apoyos son insuficientes, mucha gente damnificada se queda con las manos vacías y las esperanzas rotas tras el paso de las brigadas personales del gobernador.
Las preguntas surgen, ¿Se trata acaso de una novedosa estrategia de atención ante contingencias? ¿El propio gobernador duda de la eficacia de las acciones de su gobierno a través de las dependencias correspondientes? ¿Por qué el gobernador decide actuar de manera directa, haciendo de lado a los presidentes municipales?
El esfuerzo de las brigadas personales del mandatario, sin duda es loable, sin embargo, los habitantes de la Sierra Norte siguen esperando que el gobierno que prometió combatir la pobreza extrema con políticas públicas reales y efectivas, actúe a la altura de la emergencia.
Las cuatro cobijas, 10 láminas, una despensa y el paquete de jabón y cloro, definitivamente no cambiará la vida de nuestros paisanos en aquellas regiones, mucho menos se reflejarán en los indicadores sociales de bienestar que tanto odian los de la “cuatroté”, pero que reflejan la cruda y dolorosa realidad de nuestro estado.
En resumen, seguirán esperando un gobierno que salde la ancestral deuda social, que les cumpla pues.
Lo prometieron, no sean cínicos.